“Todos los órganos estaban normales. El hígado tenía una coloración diferente a la normal, pero entendemos que es producto del deterioro por la edad. No encontramos evidencia de alguna enfermedad o de alguna sustancia tóxica”, dijo el biólogo Washington Tapia, del Parque Nacional Galápagos (PNG), quien participó en la autopsia.
Tapia agregó que el equipo científico y técnico que realizó el procedimiento el lunes tomó muestras de todos los tejidos y de algunos fluidos corporales, que serán sometidos a análisis de laboratorio para determinar el episodio que desencadenó el deceso del quelonio.
“Pero por el aspecto de los órganos no esperamos encontrar más de lo que ya vimos”, señaló el experto, quien reiteró que no se excluye la posibilidad de un paro cardíaco. “Probablemente, los análisis de laboratorio nos lo digan. Es diferente cuando hay una muerte traumática, pues cuando es natural, muchas veces ni siquiera el laboratorio nos dice más de lo que podemos ver”, indicó.
El único sobreviviente de la especie “Geochelone abigdoni”, descubierto hace 30 años en la isla Pinta (Galápagos), murió el domingo en su corral del centro de crianza de tortugas terrestres de la isla Santa Cruz, en el archipiélago ubicado a 1.000 km de la costa de Ecuador.
Se estima que Jorge, que falleció tras infructuosos intentos para lograr su reproducción, tenía algo más de un siglo, aunque los científicos creen que una tortuga gigante puede vivir hasta 180 años. Sin embargo, “solo podremos saber cuánto viven cuando mueran las primeras tortugas que nacieron en cautiverio en 1970”, explicó Tapia.
En las Islas Galápagos, declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad hace tres décadas, habitan entre 30.000 y 40.000 tortugas de diez especies. La especie del Solitario Jorge es la cuarta que se extingue desde que se tienen registros, de acuerdo con el biólogo.