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Los incrédulos quedaron asombrados durante una gira organizada por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) a la reserva Ranchitos del Quetzal, situada 160 kilómetros al norte de la ciudad, cuando cinco de estas llamativas aves también conocidas como serpientes emplumadas, surcaron el tupido bosque.
Nadie daba fe a las versiones del propietario de la reserva, Julio Álvarez, de que el Pharamachrus moccinno (nombre científico del quetzal), llegaba a comer y a posarse hasta el patio de su casa, cuando el ave, de pecho rojo, plumaje verde e inmensas colas, llegó a unos árboles que producen sus frutas predilectas.
Álvarez les ha creado en su rancho, en los últimos 40 años, un entorno de árboles como el guarumo, que produce una especie de bananillo de agua, y otros de guayabillo, aguacatillo, pimientillo y nogal, que son la alimentación del pájaro serpiente.
El baile de esta mítica ave, que llega a medir hasta 1,40 metros, es el que maravilla, aunque el solo hecho de verla ya es toda una vivencia histórica.
Según Evelyn Picón, del CONAP, en varias oportunidades había visitado muchas reservas, pero nunca avistó un quetzal y al observarlo en los Ranchitos, quedó maravillada.
Terminamos nuestras vacaciones con broche de oro en los ranchitos, donde nos maravilló el vuelo del quetzal y su hembra, escribieron Astrid y Jean, unos turistas de Perú y Francia, respectivamente.
Miren esa belleza, verdad que no lo creían y aquí los tienen cerca, relataba asombrado Álvarez, acostumbrado a ver estas aves todos los días en su rancho, y sueña con ser un encantador del quetzal para que algún día pose en sus brazos.
El inmenso pájaro se aparea entre los meses de marzo a junio, la hembra pone solo dos huevos de color azul verdoso, pero es el macho el que los empolla, y su nacimiento se produce de 18 a 20 días después.
Las crías son mantenidas con la sangre de pequeñas culebras que sus padres cazan para alimentarlas.
El quetzal en su instinto es un ave de rapiña, pero para embellecerse come frutas, alcanza su edad adulta a los 24 años, cuando sus cuatro colas llegan a medir 1,10 metros y su cuerpo 35 centímetros, anota Álvarez.
Aunque el hábitat natural de este ave se extiende desde México hasta Panamá, es Guatemala la que ha buscado la definición de su identidad a través de la figura del pájaro mítico de las culturas prehispánicas.
El color verde esmeralda de su plumaje, su pico ganchudo y su cresta peculiar es, unido a la serpiente cascabel, el modelo preferido de la figura de Quetzalcóatl (el gobernador del pueblo azteca).
En el mundo precolombino Quetzalcóatl, el dios protector del cielo y la tierra, tenía la figura de una serpiente coronada por plumas de quetzal, la serpiente representaba el agua y la tierra y el quetzal, el viento.
La historia más famosa asociada al quetzal y al origen de su pecho rojo es la que narra que en 1524 en una batalla el príncipe guerrero Rajop Achij (Tecún Umán) fue herido de muerte por el conquistador Pedro de Alvarado.
Sobre el cadáver descendió el quetzal y la sangre del guerrero K'iche' tiñó de rojo su pecho.
El quetzal es reconocido como ave nacional de Guatemala, simboliza la libertad, autonomía e independencia, da nombre a la moneda, es la máxima condecoración nacional (Orden del Quetzal) y Quetzaltenango (segunda ciudad del país) significa Lugar de Quetzales.
Era conocido como Pájaro Serpiente en los libros sagrados de los mayas. Su nombre popular (quetzal) tiene su origen en la lengua náhuatl.
Entre los nombres vernáculos se puede mencionar que en maya, se le denomina Kuk y los quichés le llaman guc o gugú, en Q'eckchi su nombre es G'oog y la palabra quetzalcoatl es azteca y quetzallí tolteca y nahoa.
En Guatemala, pese a ser un símbolo nacional protegido, no hay ningún estudio sobre cuántos ejemplares del ave existen, pero ya se ha confirmado que se reproduce en cautiverio en México y Costa Rica.
EFE
Nadie daba fe a las versiones del propietario de la reserva, Julio Álvarez, de que el Pharamachrus moccinno (nombre científico del quetzal), llegaba a comer y a posarse hasta el patio de su casa, cuando el ave, de pecho rojo, plumaje verde e inmensas colas, llegó a unos árboles que producen sus frutas predilectas.
Álvarez les ha creado en su rancho, en los últimos 40 años, un entorno de árboles como el guarumo, que produce una especie de bananillo de agua, y otros de guayabillo, aguacatillo, pimientillo y nogal, que son la alimentación del pájaro serpiente.
El baile de esta mítica ave, que llega a medir hasta 1,40 metros, es el que maravilla, aunque el solo hecho de verla ya es toda una vivencia histórica.
Según Evelyn Picón, del CONAP, en varias oportunidades había visitado muchas reservas, pero nunca avistó un quetzal y al observarlo en los Ranchitos, quedó maravillada.
Terminamos nuestras vacaciones con broche de oro en los ranchitos, donde nos maravilló el vuelo del quetzal y su hembra, escribieron Astrid y Jean, unos turistas de Perú y Francia, respectivamente.
Miren esa belleza, verdad que no lo creían y aquí los tienen cerca, relataba asombrado Álvarez, acostumbrado a ver estas aves todos los días en su rancho, y sueña con ser un encantador del quetzal para que algún día pose en sus brazos.
El inmenso pájaro se aparea entre los meses de marzo a junio, la hembra pone solo dos huevos de color azul verdoso, pero es el macho el que los empolla, y su nacimiento se produce de 18 a 20 días después.
Las crías son mantenidas con la sangre de pequeñas culebras que sus padres cazan para alimentarlas.
El quetzal en su instinto es un ave de rapiña, pero para embellecerse come frutas, alcanza su edad adulta a los 24 años, cuando sus cuatro colas llegan a medir 1,10 metros y su cuerpo 35 centímetros, anota Álvarez.
Aunque el hábitat natural de este ave se extiende desde México hasta Panamá, es Guatemala la que ha buscado la definición de su identidad a través de la figura del pájaro mítico de las culturas prehispánicas.
El color verde esmeralda de su plumaje, su pico ganchudo y su cresta peculiar es, unido a la serpiente cascabel, el modelo preferido de la figura de Quetzalcóatl (el gobernador del pueblo azteca).
En el mundo precolombino Quetzalcóatl, el dios protector del cielo y la tierra, tenía la figura de una serpiente coronada por plumas de quetzal, la serpiente representaba el agua y la tierra y el quetzal, el viento.
La historia más famosa asociada al quetzal y al origen de su pecho rojo es la que narra que en 1524 en una batalla el príncipe guerrero Rajop Achij (Tecún Umán) fue herido de muerte por el conquistador Pedro de Alvarado.
Sobre el cadáver descendió el quetzal y la sangre del guerrero K'iche' tiñó de rojo su pecho.
El quetzal es reconocido como ave nacional de Guatemala, simboliza la libertad, autonomía e independencia, da nombre a la moneda, es la máxima condecoración nacional (Orden del Quetzal) y Quetzaltenango (segunda ciudad del país) significa Lugar de Quetzales.
Era conocido como Pájaro Serpiente en los libros sagrados de los mayas. Su nombre popular (quetzal) tiene su origen en la lengua náhuatl.
Entre los nombres vernáculos se puede mencionar que en maya, se le denomina Kuk y los quichés le llaman guc o gugú, en Q'eckchi su nombre es G'oog y la palabra quetzalcoatl es azteca y quetzallí tolteca y nahoa.
En Guatemala, pese a ser un símbolo nacional protegido, no hay ningún estudio sobre cuántos ejemplares del ave existen, pero ya se ha confirmado que se reproduce en cautiverio en México y Costa Rica.
EFE