Expertos del Centro de Excelencia de Estudios de Arrecifes Coralinos analizaron por vía aérea y submarina el impacto del blanqueo en este ecosistema que se extiende a lo largo de 2.300 kilómetros frente a la costa nororiental de Australia
Los resultados indicaron que la parte más afectada se encuentra frente a las costas de Townsville y Papúa Nueva Guinea, mientras que en la porción situada al sur de Cairns, la media de mortalidad es de un 5 por ciento.
“Afortunadamente nuestros estudios submarinos revelan que más del 95 por ciento de corales de arrecifes al sur de Cairns han sobrevivido y esperamos que estos corales medianamente blanqueados puedan recuperar su color en los próximos meses”, dijo Mia Hoogenboom, de la Universidad James Cook en un comunicado.
Los investigadores también encontraron que en Kimberley, al norte de Cairns, el 80 por ciento del coral ha sido severamente afectado por el blanqueo y al menos un 15 por ciento ha muerto.
El director del centro de estudios de arrecifes, Terry Hughes, indicó que “es la tercera vez en 18 años que la Gran Barrera experimenta un blanqueo masivo debido al calentamiento global y el de esta vez es más extremo que los que medimos antes”.
Hughes, de la Universidad James Cook, explicó que los tres eventos de blanqueo de corales ocurrido en los últimos 18 años coinciden con la elevación de la temperatura en un grado centígrado por encima de la registrada en el período preindustrial.
Los corales mantienen una relación simbiótica especial con unas algas microscópicas llamadas zooxanthallae, que proporcionan a sus anfitriones el oxígeno y una porción de los compuestos orgánicos que producen mediante la fotosíntesis. Cuando están sometidos a estrés ambiental, muchos corales de arrecifes expulsan en masa sus zooxanthallae, y los pólipos del coral quedan sin pigmentación y aparecen casi transparentes sobre el esqueleto blanco del animal, en un fenómeno conocido como blanqueo.
La salud de la Gran Barrera, que alberga 400 tipos de coral, 1.500 especies de peces y 4.000 variedades de moluscos, comenzó a deteriorarse en la década de 1990 por el doble impacto del calentamiento del agua del mar y el aumento de su acidez por la mayor presencia de dióxido de carbono en la atmósfera.