BONN. La conferencia del clima de la ONU (COP23) se cierra hoy con un aire de resignación tras la decisión de Estados Unidos de abandonar el barco, y con numerosos frentes para luchar contra el calentamiento global que quedarán abiertos hasta 2018. Mientras los indicadores son cada más alarmantes:
El planeta volverá con toda probabilidad a registrar un año caluroso en 2017, después de 2016, en que sufrió el fenómeno de El Niño y batió todos los récords registrados hasta la fecha, desde que empezaron a registrarse temperaturas.
El año pasado registró una temperatura superior en cerca de 1,1ºC respecto a la media de la era preindustrial, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
El siglo XXI cuenta ya con 16 de los 17 años más calurosos desde que empezara el registro de temperaturas, en 1880. En el Ártico, la extensión del hielo estival de 2016 fue la segunda más reducida jamás registrada (4,14 millones de km2, por detrás de la de 2012) . En algunas regiones de Rusia, la temperatura fue 6ºC o 7ºC superior a lo normal.
En el otro extremo de la Tierra, en la Antártida, la banquisa perdió en la primavera austral (noviembre) casi 2 millones de km2 respecto a la media de los 30 últimos años: era de 14,5 millones de km2 en 2016, y de 16,35 millones entre 1981 y 2010.
Las grandes ciudades, por el efecto de las “islas de calor” generadas por el hormigón y el asfalto, podrían ganar hasta 8°C adicionales de aquí a 2100.
Las emisiones de CO2 (gases de efecto invernadero) aumentarán un 2% en 2017, respecto a 2016, lo que representa un dato inquietante, tras tres años, entre 2014 y 2016, en los que se registró una cierta estabilidad, según el estudio anual que realiza Global Carbon Project.
La concentración de los tres principales gases de efecto invernadero -dióxido de carbono (CO2) , metano y oxido nitroso- alcanzó nuevos máximos en 2016.
“Mientras que en 2015 era de 400 partes por millón (ppm), la proporción de dióxido de carbono en la atmósfera (...) alcanzó 403,3 ppm en 2016” y “representa ahora 145% con relación a la era preindustrial” , según la OMM. Se trata del nivel más alto en 800.000 años.
Los investigadores han alertado además sobre un auge repentino e inexplicado del metano, que tiene un efecto invernadero mayor que el del CO2.
El nivel de los océanos sigue subiendo. Según un estudio reciente, el fenómeno, que se pensaba que era gradual hasta la fecha, parece acelerarse: el nivel de los mares ha crecido entre un 25 y un 30% más rápido de 2004 a 2015, que durante el periodo 1993-2004.
Este incremento podría intensificarse a medida que los glaciares y casquetes glaciares se deshielan (Antártida, Groenlandia).
El alza es más rápida en algunos puntos, como el Pacífico y el océano Índico.
El calentamiento favorece los episodios meteorológicos extremos, en particular las sequías y las olas de calor, señala un estudio de la OMM. Según algunos climatólogos, el volumen de sequías, incendios forestales, inundaciones y huracanes debidos a las alteraciones del clima se ha duplicado desde 1990.
Al mismo tiempo, la frecuencia de las tormentas extremas se ha triplicado en el Sahel por culpa del calentamiento global, advierto otro estudio.
Aunque el alza de temperaturas mundiales se limite a 2ºC, las mortíferas olas de calor se volverán más frecuentes, especialmente en las zonas tropicales.
Según el Banco Mundial, las pérdidas vinculadas con los desastres naturales ascenderán a 520.000 millones de dólares al año y arrastrarán a 26 millones de personas a la pobreza anualmente.
El cambio climático ha duplicado el número de sitios naturales patrimonio de la Humanidad que están amenazados de desaparición, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
De los 241 sitios naturales clasificados en el Patrimonio Mundial de la Unesco, 62 están en 2017 “amenazados por el cambio climático” en comparación con 35 en 2014 (de 228).
De las 8.688 especies amenazadas o casi amenazadas, el 19% (1.688) se ven afectadas por el cambio climático, tanto por las temperaturas como por los fenómenos extremos que éste entraña.
La Gran Barrera de coral ha registrado su peor episodio de blanqueo por segundo año consecutivo. Además, los corales que se hayan visto afectados dos años seguidos no podrán recuperarse, según científicos australianos.
Un aumento de las temperaturas superior a 1,5ºC, un ambicioso límite incluido en el acuerdo de París junto con el de 2ºC, traería consigo además una alteración de los ecosistemas de la cuenca mediterránea inédita en 10.000 años.