Los edulcorantes artificiales estimulan la sensación de hambre, de acuerdo con una investigación del Centro Charles Perkins de la Universidad de Sydney y del Instituto Garvan de Investigación Médica, también con sede en esa ciudad australiana.
Los edulcorantes generan un efecto en la parte del cerebro que estimula el apetito y alteran las percepciones del gusto, según el estudio. Así, a pesar de tener menos calorías, los edulcorantes hicieron incrementar el peso en los animales estudiados, algo que los científicos dicen poder extrapolar a los humanos.
“Después de la exposición crónica a una dieta que contenga como edulcorante la sucralosa, vimos que los animales empezaron a comer más”, dijo el profesor Greg Neely de la Universidad de Sydney. Pero la principal aportación de los científicos australianos es que explican por qué sucede tal fenómeno, con la identificación de un sistema en el cerebro que siente y vincula el componente dulce y energético de los alimentos.
“Encontramos que en el interior del cerebro, la sensación de dulce se asimila a la de contenido energético. Cuando se pierde el equilibrio entre el dulce y la energía por un cierto periodo de tiempo, el cerebro recalibra e incrementa el total de calorías consumidas”.
El estudio se llevó a cabo en un primer momento con moscas de la fruta, que tras ser expuestas durante cinco días a edulcorantes artificiales aumentaron su consumo de calorías en un 30 por ciento respecto a su anterior dieta a base de fruta con azúcar natural.
Después se extrapoló el estudio a mamíferos con una muestra de ratones que, tras siete días de consumir edulcorantes artificiales, aumentaron significativamente su consumo de comida y mostraron secuencias neuronales similares.
“El consumo crónico de edulcorante artificial incrementa la intensidad del dulce respecto del azúcar real y, en su momento, se incrementa también el incentivo del animal a comer más”, explicó el proferor Neely.
Miles de millones de personas consumen cada día edulcorantes artificiales en todo el mundo, también prescritos como tratamiento para tratar la obesidad, sin saber que su impacto en el cerebro puede tener un efecto contrario.
Este es el primer estudio que identifica por qué los edulcorantes artificiales pueden estimular el apetito, con la identificación de la red neuronal que responde al endulzamiento artificial y que dice al animal que necesita comer más porque no ha obtenido suficiente energía. Otros efectos secundarios de los edulcorantes artificiales son la hiperactividad, el insomnio y la bajada de calidad del sueño, que también son consecuencia del hambre o el ayuno.