Se trata de un fenómeno más débil que el primero pero que, según los investigadores, puede ser decisivo para empezar a dibujar un mapa de los agujeros negros en el universo.
Las nuevas ondas fueron detectadas el 26 de diciembre de 2015, más de tres meses después de registrarse el histórico primer descubrimiento, según anunció hoy la Universidad de Maryland (EE.UU.), una de las participantes en el proyecto LIGO.
Estas segundas ondas gravitacionales son mucho más débiles que las primeras y se produjeron durante los últimos momentos de la fusión de dos agujeros negros en uno más masivo, de acuerdo con el observatorio estadounidense de interferometría láser (LIGO).