Mientras los astrónomos observaban con el Telescopio Espacial Hubble el cúmulo de galaxias MACS J1149+2223, a 5.000 millones de años luz de distancia, notaron una luz parpadeante al fondo de la imagen.
El equipo, liderado por el investigador Patrick Kelly de la Universidad de Berkeley (California), nombró a la estrella azul Ícaro porque su brillo se amplió 2.000 veces por la gravedad del cúmulo de galaxias mencionado.
Esta gravedad redujo el espacio-tiempo para magnificar la imagen de Ícaro, un fenómeno conocido como lente gravitatoria, en el que un objeto magnifica la luz de los objetos cósmicos situados directamente detrás de ellos.
Este hallazgo es particularmente interesante porque las estrellas individuales, a diferencia de las galaxias, son difíciles de detectar debido a su tenue luz. Además, el descubrimiento de Ícaro también es importante para los investigadores que estudian la materia oscura porque su interacción con la materia tiene un efecto pronunciado en el patrón de estrellas magnificadas.
A partir del patrón de estrellas magnificadas en este estudio, el equipo científico, formado también por investigadores de la Universidad de Tokio, pudieron excluir la posibilidad de que la materia oscura esté formada principalmente por una gran cantidad de agujeros negros con masas decenas de veces más grandes que el Sol.
Los astrónomos auguraron que se descubrirán muchas más estrellas magnificadas cuando entre en funcionamiento el Telescopio James Webb, propiedad de la NASA, la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial de Canadá.