El hallazgo lo ha hecho un equipo del Centro Nacional de Investigaciones (CNIC) de España y sus resultados están en un estudio que publica hoy la revista Cell Reports.
Después de un infarto de miocardio, nuestro cuerpo sufre importantes secuelas, ya que la parte del corazón afectada por el infarto cicatriza y deja de latir, explicó el CNIC en una nota. Sin embargo, en algunas especies, un ataque al corazón no supone un gran problema, y el pez cebra es una de ellas.
Ese pequeño pez -uno de los más utilizados en investigaciones científicas- tiene la asombrosa capacidad de recuperarse después de una lesión cardiaca gracias a que las células de su corazón se dividen rápidamente después del suceso, con lo que el músculo dañado se reemplaza en un corto espacio de tiempo.
El estudio del CNIC ha descubierto que la clave que permite que el corazón del pez cebra se regenere es la telomerasa, una enzima que se ocupa del mantenimiento de los extremos de los cromosomas, también llamados telómeros.
Cada vez que una célula se divide, los cromosomas se hacen más cortos pero si éstos se acortan demasiado pueden hacer que la célula que los posee deje de funcionar correctamente o incluso muera. La telomerasa contrarresta este acortamiento ayudando a establecer de nuevo la longitud correcta del cromosoma.
Esta investigación muestra cómo la telomerasa del pez cebra se “hiperactiva” rápidamente en las células cardiacas después de una lesión, una activación que resulta esencial para la regeneración cardíaca del pez cebra. Para demostrarlo, se ha inactivado esta enzima y se ha visto que las células ya no se dividían y el daño al ADN aumentaba.
Estos resultados pueden indicar una nueva vía para tratar el daño cardiaco, ya que la activación “temporal y controlada de la telomerasa podría ser una estrategia a estudiar para el tratamiento de pacientes que hayan sufrido un infarto de miocardio”.