El veneno provoca hemorragias en las víctimas de mordeduras de este animal, uno de los más peligrosos de Suramérica y causante de la mayoría de los ataques de ofidios en Brasil.
El descubrimiento permitirá el futuro desarrollo de una medicina que pueda inhibir el efecto del veneno de esta serpiente y evitar medidas como amputaciones de miembros de las víctimas, informó hoy en un comunicado el Instituto Butantan, un centro brasileño de investigaciones médicas y responsable por el avance científico.
La yararaca ("Bothrops jararaca") , también conocida como yarará o jararaca, es una serpiente venenosa común en Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, y considerada como una de las más peligrosas de la región.
Según el Butantan, organismo vinculado a la gobernación del estado brasileño de Sao Paulo y responsable por el desarrollo y la producción de varias vacunas, esta serpiente es la causante de cerca del 90% de los ataques de ofidios en Brasil y tiene un veneno altamente letal. De acuerdo con los investigadores del Butantan, el veneno de la yararaca tiene una toxina conocida como jararagina que provoca hemorragias en las personas mordidas por el animal.
Los nuevos estudios permitieron establecer que esta toxina se fija próxima a los vasos sanguíneos y compromete su funcionamiento, con lo que inducen el desangre local.
"El suero antiofídico es capaz de neutralizar los efectos provocados por el veneno en el organismo en general, con lo que impide la muerte, pero no consigue revertir los efectos locales como la hemorragia", explica la investigadora Ana María Moura, una de las autoras del estudio, citada en el comunicado. Según la especialista, la hemorragia no controlada puede dejar secuelas graves, como la amputación del miembro afectado.
Moura agregó que el posible desarrollo de una medicina que inhiba la acción de la jararagina exigirá nuevas investigaciones y un prolongado período de pruebas.
Los resultados del estudio del Instituto Butantan, en el que también participaron investigadores de la Universidad de Sao Paulo y de la Universidad de San Diego (EE.UU.), fueron destacados en un artículo publicado en la última edición de la revista científica PLoS Neglected Tropical Diseases.
El descubrimiento permitirá el futuro desarrollo de una medicina que pueda inhibir el efecto del veneno de esta serpiente y evitar medidas como amputaciones de miembros de las víctimas, informó hoy en un comunicado el Instituto Butantan, un centro brasileño de investigaciones médicas y responsable por el avance científico.
La yararaca ("Bothrops jararaca") , también conocida como yarará o jararaca, es una serpiente venenosa común en Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, y considerada como una de las más peligrosas de la región.
Según el Butantan, organismo vinculado a la gobernación del estado brasileño de Sao Paulo y responsable por el desarrollo y la producción de varias vacunas, esta serpiente es la causante de cerca del 90% de los ataques de ofidios en Brasil y tiene un veneno altamente letal. De acuerdo con los investigadores del Butantan, el veneno de la yararaca tiene una toxina conocida como jararagina que provoca hemorragias en las personas mordidas por el animal.
Los nuevos estudios permitieron establecer que esta toxina se fija próxima a los vasos sanguíneos y compromete su funcionamiento, con lo que inducen el desangre local.
"El suero antiofídico es capaz de neutralizar los efectos provocados por el veneno en el organismo en general, con lo que impide la muerte, pero no consigue revertir los efectos locales como la hemorragia", explica la investigadora Ana María Moura, una de las autoras del estudio, citada en el comunicado. Según la especialista, la hemorragia no controlada puede dejar secuelas graves, como la amputación del miembro afectado.
Moura agregó que el posible desarrollo de una medicina que inhiba la acción de la jararagina exigirá nuevas investigaciones y un prolongado período de pruebas.
Los resultados del estudio del Instituto Butantan, en el que también participaron investigadores de la Universidad de Sao Paulo y de la Universidad de San Diego (EE.UU.), fueron destacados en un artículo publicado en la última edición de la revista científica PLoS Neglected Tropical Diseases.