Este descubrimiento añade la “atractiva” posibilidad de que Encélado, donde hay también una importante actividad geológica, “pueda contener entornos adecuados para organismos vivos”, según un artículo que aparece hoy en la publicación científica británica Nature.
Debajo de la superficie helada de Encélado ya se suponía que hay profundos océanos, pero el nuevo estudio detectó agentes químicos en uno de los anillos de Saturno, los cuales indican que en su fondo marino se produce una actividad hidrotérmica de alta temperatura.
Esos químicos fueron detectados por la sonda Cassini, un proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA), la estadounidense Nasa y la Agencia Espacial italiana, que desde hace una década navega entre las lunas de Saturno Encélado tiene una superficie parecida a una bola blanca de billar agrietada y encontrar granos helados ricos en sal y sodio que emiten esas grietas apuntan a que proceden de un reservorio de agua líquida que está o ha estado en contacto con roca.
“Es emocionante que podamos usar esos pequeños granos de roca lanzados al espacio por géiseres para que nos revelen las condiciones en y bajo el lecho oceánico de una pequeña luna helada”, señaló Sean Hsu, del Laboratorio para la física espacial y atmosférica de Colorado (EE.UU.).
El equipo de investigadores descubrió otros indicios sobre las condiciones que existen bajo la superficie de esa luna al detectar partículas nanométricas ricas en silicona (sílice) en el anillo E de Saturno, que fueron lanzadas por Encélado. El tamaño y la composición de esas partículas sugieren, según los científicos, que “han sido producidas por reacciones a altas temperaturas (superiores a los 90 grados celsius) en el lecho marino”.
Junto a Hsu, director del estudio, trabajó Frank Postberg de la Universidad Heidelberg de Alemania y un equipo de la Universidad de Tokio para realizar una serie de experimentos que validaran la teoría de que esas pequeñas partículas de sílice se formaron debido a la actividad hidrotermal, tal y como sucede en la tierra. El pequeñísimo tamaño de las partículas de sílice indica, además, que pudieron viajar hacia arriba con relativa rapidez desde su origen hidrotermal hasta las bocas de los géiseres.