SAO PAULO. De acuerdo con los especialistas, la terapia biofotónica, como es conocida, debe ampliar las opciones de órganos disponibles y reducir las complicaciones después de la cirugía. “Actualmente no existe la descontaminación de órganos para trasplantes. Lo que se hace es tan sólo la retirada de la sangre, pero los microorganismos todavía continúan vivos. O se descarta el órgano o, si no hay otra alternativa para evitar la muerte, se coloca contaminado”, explicó a Efe el coordinador del grupo de científicos, Vanderlei Bagnato.
La pesquisa empezó en 2015 junto a la Universidad de Toronto, en Canadá, que opera el programa más grande de trasplantes de pulmones del mundo. Los canadienses se encargaron de la parte clínica del proyecto, mientras que los brasileños se ocuparon del desarrollo de la técnica.
Fueron invertidos cerca de 1 millón de dólares y la parte brasileña, responsable por cerca de un 10 %, quedó en manos de la Fundación de Pesquisa de Sao Paulo (Fapesp) . El procedimiento consiste, en primer lugar, en la retirada de la sangre del órgano y, a través de un tubo externo conectado con los vasos sanguíneos, es substituido por un líquido que lo mantiene vivo. Este líquido es expuesto a rayos ultravioletas, que destruyen las membranas celulares de los microorganismos y su ADN. “Los rayos ultravioleta son aplicados fuera del órgano para no matar sus propias células, sino los virus y bacterias captados por el líquido”, dijo Bagnato.
Por otro lado, como complemento, son colocadas en el líquido sustancias sensibles a la luz visible e infrarroja, que son capaces de seleccionar los virus y bacterias. Posteriormente, son aplicadas estas frecuencias de luz al órgano, que estimulan las sustancias a oxidar los microorganismos y provocar daños en virus como el de la hepatitis y el sida.
De acuerdo con el científico, el líquido es aprovechado más de una vez porque aún es muy caro, con un valor de 1.500 dólares por cada litro. Los experimentos iniciales fueron hechos con pulmones de cerdos, después con humanos no trasplantados y finalmente fueron testados en pacientes. Para el responsable por el proyecto en Canadá, Marcelo Cypel, los resultados fueron óptimos. “Ya hicimos diez testes con pacientes, de los cuales en dos la presencia de virus fue eliminada y en ocho fue reducida significativamente”, evaluó Cypel. Bagnato, por su parte, aseguró que las bacterias son “completamente extinguidas”.
En Canadá ya hay una patente registrada y compañías interesadas en fabricar el equipamiento de la técnica. En Brasil, la meta es probar el programa con riñones e hígados, los dos órganos más trasplantados en el país sudamericano. Los científicos creen que en un futuro se podrá mejorar el aprovechamiento de los órganos, reducir sus costos y tiempo de espera y ampliar para otros trasplantes, como corazón o páncreas.
“Hoy se hace trasplante de todo, de útero, de cara. Pero es muy costoso. Un trasplante de pulmón, por ejemplo, cuesta cerca de 160.000 dólares. En Brasil, son hechos algunas decenas anualmente, ¿pero cuántas personas lo necesitan?”, cuestionó Bagnato. Otro avance que Bagnato proyecta en el futuro es la descontaminación de órganos en personas vivas, lo que podría efectivamente generar la cura de enfermedades. En 2018, eran necesarios 20.000 trasplantes en Brasil, sumando órganos vitales como riñones, corazones, hígados y pulmones, pero fueron hechos solamente 8.500. La fila para cirugías es de más de 30.000 personas, de acuerdo con la Asociación Brasileña de Trasplantes.