“Esto se me ocurrió hace muchos años, motivado por la preocupación por la cantidad de kilos de plásticos flotantes en el mar y los ríos. ¿Qué le estamos dejando a las generaciones futuras? Esto es una gran contaminación de la tierra”, subraya este ingeniero estructural de la empresa Whim Architects.
Knoester, quien pidió públicamente perdón a su hija por “el desastroso medio ambiente que recibirá la futura generación”, explica que “los plásticos presentes en los océanos no surgen de la nada, sino que los emiten las ciudades”, como es el caso de Rotterdam y su gran puerto comercial, “lo que juega un papel importante” en la situación.
“Muchos se dieron por vencidos y pensaron que los plásticos que están en el mar ya no se pueden recoger ni tienen ningún uso. Somos los primeros en Europa en encontrar una manera de clasificar el plástico que termina en el agua”, celebra Knoester desde este nuevo parque situado en el puerto Rijnhaven de Rotterdam.
La urgencia por hacer “algo” que ayude a frenar la contaminación plástica fue lo que le llevó a poner su idea sobre el papel, empezar a buscar financiación y pedir los permisos necesarios al municipio: “Así surgió este Recycled Park (Parque Reciclado, en inglés)”, recuerda, mientras señala el inmenso techo circular y transparente.
El proyecto tiene la intención de mejorar de forma sostenible la vida de los residentes locales, pero también el hábitat de los peces y otras criaturas acuáticas en el río y el mar. La construcción, de 140 metros cuadrados, se encuentra muy cercana al puerto porque era necesaria una zona verde en las áreas urbanas e industriales, más allá de los pequeños pueblos, donde los residentes aún cuidan el espacio que les rodea, afirma.
Este parque, que incluye zonas verdes flotantes, resalta gracias a una edificación elaborada de plásticos recogidos del mar y tiene forma de montaña con tres grandes bolas. Ahí también se clasifican los desechos recogidos, se reciclan y se les asigna una nueva función, como construir casas verdes o parques flotantes.
“Después de haberlo clasificado, el reciclaje consiste en hacer placas de plástico de esos desechos, que se utilizan después como una especie de bloques de construcción. Eso es la base del parque flotante, lo suficientemente ligero como para flotar y fuerte como para aguantar una masa”, detalla.
La masa a la que se refiere Knoester son los visitantes de este parque, que podrán tomarse un café o un vino en los bancos instalados junto a las zonas verdes, asistir a un concierto o incluso fotografiarse con los arquitectónicos edificios que caracterizan el fondo de esta ciudad portuaria.
Una vez inaugurado su primer proyecto, la idea de este arquitecto es repetir el parque en otras ciudades, como en la capital holandesa, Ámsterdam, donde su empresa está a punto de llegar a acuerdos con el municipio para instalar un parque reciclado.
Su objetivo no solamente se limita a las fronteras de los Países Bajos, puesto que ya tiene planes confirmados para Charleroi (Bruselas) o en Yakarta (Indonesia), una de las ciudades más afectadas por la invasión de los desechos plásticos en las aguas.
“Cuando se les dice que en Rotterdam se recogen unos 400.000 kilos de plástico cada año, (en Indonesia) se lo toman a risa porque eso es lo que ellos ven en una semana”, comenta sobre su iniciativa. En Rotterdam, el proyecto ha contado con el apoyo de la Fundación Recycled Island, la Fundación Medio Ambiente de AUDI y Arquitectos WHIM, entre otros.