El creativo estuvo ligado profesionalmente a Ubisoft desde 1997 hasta 2010, compañía en la que gestó Prince of Persia: The Sands of Time y los tres primeros títulos de Assassin's Creed.
Sin embargo, abandonó la compañía y decidió probar suerte en THQ Montreal, donde empezó a definir Amsterdam: 1666, pero el destino hizo que ese estudio pasara a manos de Ubisoft, que tomó las riendas de su juego, lo despidió y congeló el proyecto.
Désilets y la productora están enfrentados en los tribunales por este asunto.
Mientras, el creativo puso en marcha en Montreal el estudio independiente Panache Digital Games junto a Jean-François Boivin, quien también trabajó en la franquicia Assassin's Creed.
“Estoy profundamente conmovido por el hecho de que después de todo este tiempo sigáis apoyándonos a mi equipo y a mí”, indicó Désilets en una carta enviada a sus seguidores.
El creativo aseguró que los videojuegos son una “fuerza positiva de cambio para la sociedad”.
“Mi trabajo siempre ha tenido una ambición subyacente: hacer evolucionar el mundo de los videojuegos. Con esa motivación diseñé Assassin's Creed. Creo que de alguna manera tuve éxito en mi misión. Eso me da motivación, ambición y arrojo para continuar la aventura”, sostuvo.