Para la investigación, expertos de la Universidad New England, la Universidad de Queensland y el Zoológico Australiano colocaron aparatos de rastreo en 130 cocodrilos que habitan los ríos Wenlock y Ducie, en el norte de Australia.
Tras un seguimiento de tres años, encontraron que los cocodrilos no atacaron a los humanos, pese a encontrarse a pocos metros, entre los meses de septiembre y diciembre.
“A principios de año se mantienen razonablemente sedentarios, pero cuando viene septiembre los cocodrilos comienzan a desplazarse mucho y probablemente se dirigen a las áreas de aguas poco profundas en las que las personas realizan actividades acuáticas”, explicó Hamish Campbell, de la Universidad New England.
El investigador indicó que durante este periodo los machos se acercan a estas zonas y se desplazan hasta 50 kilómetros diariamente y lo hacen durante una o dos semanas.
“No se produjeron ataques quizás porque los cocodrilos se desplazan mucho y tienen otras cosas en la cabeza (...) los chicos buscan a las chicas y las chicas buscan donde anidar. En realidad se acercan a estas zonas pero solo están de paso”, añadió Campbell.
La investigación también observó la influencia de la marea en los movimientos de estos reptiles que se desplazan siguiendo la crecida del mar hacia aguas poco profundas donde entre septiembre y diciembre hay casi un 100 por cien de probabilidades de toparse con uno.
“También notamos que los cocodrilos se dirigen a esas áreas al atardecer y se quedan allí toda la noche”, dijo el científico.