Científicos de todo el mundo han subrayado la necesidad de revisar los criterios con que se diseñan y ejecutan los proyectos de restauración ecológica, y publican el resultado de su investigación en la revista Science.
El texto concluye que los trabajos de recuperación de la vida silvestre se deben planificar y ejecutar mejor e incide en los beneficios que pueden reportar a las poblaciones locales, tanto desde el punto de vista ambiental (depuración del agua, calidad del suelo o del aire) como social (turismo de naturaleza).
El trabajo ha sido coordinado por la Universidad Martin Luther de Halle-Wittenberg y el Centro Alemán para la Investigación Integrada de la Biodiversidad de Halle-Jena-Leipzig.
Los investigadores constatan que la naturaleza ha sido gravemente afectada en todo el mundo por la construcción de infraestructuras o la agricultura intensiva, lo que ha provocado una importante pérdida de biodiversidad y que muchos ecosistemas ya no sean capaces de realizar servicios como el de regular las inundaciones.
El estudio cita ejemplos de proyectos de restauración que se han ejecutado con éxito, como el del delta del río Oder, en la laguna Szczecin (entre Alemania y Polonia), y señala que la recuperación de numerosas especies (águilas, bisontes o castores) ha propiciado además un importante crecimiento del turismo de naturaleza.
El catedrático de Ecología de la española Universidad de Alcalá de Henares, José María Rey Benayas, subrayó que para la “renaturalización” de un espacio se usan técnicas muy variadas “y la reintroducción de especies es solo una de ellas”.
Además, incidió en que todos los ecosistemas degradados son recuperables “hasta un cierto nivel”, que puede ser muy elevado o reducido. Rey Benayas, uno de los firmantes del trabajo, explicó que el objetivo “tradicional” de las restauraciones era recuperar el ecosistema original, lo que con frecuencia es imposible, pero precisó que aunque el paisaje original es muchas veces “irrecuperable” siempre hay que intentar recuperar la integridad ecológica.
A su juicio, la mejor restauración es “la pasiva”, que se produce cuando se eliminan las perturbaciones que degradan un ecosistema, y señaló que el abandono de tierras agrícolas y ganaderas en España ha permitido recuperar millones de hectáreas de bosques y matorrales y mucha biodiversidad.
El catedrático señaló que algunas actuaciones, como eliminar o cerrar una carretera, son baratas, y otras -como demoler una presa- muy caras, pero “la evidencia científica muestra que la restauración ecológica, más que un coste, es una inversión”.
Rey Benayas insistió en que la “renaturalización” de un espacio debe siempre “convencer y seducir” a la población local, ya que puede ser muy beneficiosa para la gente desde muchos puntos de vista: sociales, económicos, ambientales o por el puro placer estético.