“La mayoría de los científicos no creen en la clonación de los mamuts, pero cuanto más trabajo en este terreno, más fe tengo en que será posible”, aseguró Semión Grigóriev, director del Museo del Mamut de la república siberiana de Yakutia.
Grigóriev reconoce que son pocos los que creen que sea posible hallar células en buen estado 10.000 años después de la muerte de un ser vivo. “Si no logramos reproducir las células de un mamut, siempre podremos descodificar su genoma (información genética) completo. Mi esperanza estriba en que éste es el mamut mejor conservado de la historia”, dijo.
Tras descifrar el genoma del mamut, del que por ahora sólo se conoce el 70 por ciento, habría que sintetizar su ADN, discernir su organización por cromosomas y poner en marcha el mecanismo de reduplicación.
La expedición científica rusa llegó el pasado 9 de mayo a la isla ártica de Mali Liájovski, situada al norte de Yakutia, la mitad de cuyo territorio se encuentra dentro del Círculo Polar Ártico, es decir, bajo hielos perpetuos.
Por esta razón, Yakutia, donde en los últimos cinco años se han encontrado tres de los cuatro mamuts hallados en el mundo, se ha revelado como el mayor cementerio de animales prehistóricos del planeta.
“La mitad del cuerpo de la mamut estaba bajo el hielo. Lo primero que hicimos fue picar el hielo a la altura de la barriga. Llegado un momento, para nuestra sorpresa comenzó a correr sangre de las patas delanteras”, relata.
Grigóriev insiste en que “era sangre de un rojo muy oscuro, casi granate, algo anormal si tenemos en cuenta que han pasado entre 10.000 y 15.000 años desde la muerte del animal”.
“Algunos dudan, pero yo creo que no puede ser otra cosa que sangre. Nadie había visto antes fluir la sangre de un mamut. De hecho, el hielo en el que estaba incrustado el animal estaba totalmente ensangrentado”, insistió.
Dos muestras de sangre han sido trasladadas para su análisis, pero el resto de la mamut de 2,3 metros que murió a los 50-60 años fue guardado en un sótano a una temperatura ambiente de 15 grados bajo cero en el norte de Yakutia.
“Lo trasladamos al continente y decidimos no transportarlo hasta el museo por el momento, ya que el mamut es muy sensible y el tejido adiposo puede estropearse”, reconoció. El científico cree que la mamut cayó accidentalmente en un hoyo, lo que fue aprovechado por los depredadores, que le mordieron toda la parte anterior.
“Es la segunda vez en la historia que el hombre logra encontrar una trompa de mamut en buen estado. Además, también se conservó muy bien la mitad del cráneo, las patas delanteras, fragmentos de los músculos, huesos y un trozo de carne del abdomen”, dijo.
El paleontólogo ruso adelantó que en breve llegarán a la inhóspita región siberiana expertos de la Fundación Sooam Biotech dirigida por el científico surcoreano Hwang Woo-suk, «padre» del primer perro clonado y tristemente famoso por engañar al mundo con la primera clonación de células humanas.
La Fundación surcoreana se ha comprometido a financiar la construcción de un laboratorio dotado de las más avanzadas tecnologías en la Universidad Federal Nororiental rusa, a cambio de poder colaborar en los experimentos científicos para la clonación de los mamuts.
“Primero, buscaremos células en buen estado para su reproducción. Si las encontramos, todo será más fácil. Albergo grandes esperanzas, aunque no lo pueda garantizar al cien por cien. Sea como sea, no obligamos a nadie a creer en la clonación”, señaló.
El camino más corto para la futura clonación del animal prehistórico sería encontrar una célula de mamut con su núcleo intacto para que los científicos puedan calcular la secuencia completa del ADN del animal.
Si no se logra descodificar su información genética, entrarían en escena los parientes lejanos de los mamuts, los elefantes, ya que el genoma de ambas especies es similar. En ese caso, los científicos podrían crear una célula artificial a partir de un paquidermo moderno, algo que algunos expertos consideran una utopía de ciencia ficción.
El Instituto Roslin, que clonó a la oveja Dolly, alberga serias dudas al respecto, ya que estima en un uno por ciento la probabilidad de éxito de la clonación de especies vivas, al tiempo que opina que, desde el punto de vista de la compatibilidad biológica, la mejor madre sustituta sería una vaca y no una elefanta, lo que plantearía graves problemas de tamaño.
Mientras, los ecologistas abogan por clonar no un paquidermo lanudo extinguido hace unos 3.500 años, sino especies en peligro de extinción, como el tigre siberiano, cuyo ADN es bien conocido.