“La concentración de cesio radiactivo en los testículos era la mitad de la registrada en los músculos esqueléticos”, indicó el estudio. “Los espermatozoides de los toros eran normales tanto en cantidad como en tamaño y composición”, agregó el estudio, que permitió descartar la hipótesis inicial.
“Como los testículos son relativamente sensibles a la radiactividad, estimábamos que las radiaciones podrían haber provocado cambios en la morfología o la calidad de esos órganos”, indicó el estudio.
Los investigadores hallaron concentraciones de cesio 134 y cesio 137 más o menos similares a las de los otros órganos de los toros, salvo en los músculos donde eran más elevadas. Esas sustancias radiactivas representan un riesgo porque perduran mucho tiempo en el organismo.
Los niveles de cesio en los órganos de los toros eran ampliamente superiores al máximo autorizado para el consumo alimentario, fijado en 100 becquereles por kilo. Los científicos siguen examinando a los toros para analizar el conjunto del genoma.
El estudio podría aportar elementos a los científicos para entender mejor el eventual impacto del accidente en la capacidad de reproducción. Sin embargo, los autores señalaron que no era posible sacar conclusiones definitivas del estudio de tan sólo dos animales.
Los dos toros examinados fueron hallados en septiembre de 2011 y enero de 2012 en la zona de exclusión de 20 km a la redonda de la central de Fukushima Daiichi.
Esa zona fue completamente evacuada debido a las radiaciones emitidas por la central destruida por el tsunami del 11 de marzo de 2011.
El estudio fue publicado en la revista Scientific Reports, que forma parte del grupo que publica Nature.