RÍO DE JANEIRO. El proyecto avalado por las autoridades brasileñas, que forma parte del programa australiano “Eliminar el dengue” , empezó a funcionar a finales de 2016 con la reproducción a gran escala del mosquito hembra transmisor de esas enfermedades inoculado con la bacteria Wolbachia, común en mariposas, libélulas o arañas.
Actualmente, Fiocruz logra reproducir 1,6 millones de esos mosquitos por semana y espera llegar pronto a 3 millones.
Las legiones de zancudos infectados son liberados con la idea de que se reproduzcan y transmitan la bacteria a generaciones futuras. Los científicos esperan paliar de este modo eventuales nuevas epidemias como la del zika, que puso en alerta a Brasil en 2015 y cuya emergencia nacional apenas fue levantada en mayo pasado.
“Descubrimos que cuando un mosquito Aedes aegypti contiene esa Wolbachia, bloquea, reduce la capacidad del mosquito de transmitir virus como el dengue, zika y chikunguña. La idea es que, estando en el campo, van a pasar esa Wolbachia como si estuvieran inmunizando a otros mosquitos y, con eso, la transmisión debe reducirse”, explicó a la AFP Luciano Moreiro, responsable del proyecto contra el Dengue en Fiocruz.
Después de constatar que los proyectos piloto de 2014 fueron exitosos, la fundación empezó a lanzar los mosquitos en Niteroi (afueras de Río) y este martes reforzó su programa en Ilha do Governador, al norte de Rio, con la idea de seguir en otras áreas de la zona norte y sur de la ciudad hasta finales de 2018.
Fiocruz asegura que los zancudos no tienen riesgos para la salud de las personas ni para el medioambiente.
El mismo programa, liderado por la Universidad australiana de Monash, funciona en Queensland (Australia), Medellín (Colombia), Puducherry (India), Yogyakarta (Indonesia) y Nha Trang (Vietnam).
Este es solo uno de los esfuerzos hechos en Brasil para combatir el mosquito que transmite esos tres virus, después de la alarma que se desató en el país por el brote del entonces desconocido zika, asociado al aumento de nacimientos de niños con microcefalia.
La situación causó especialmente alarma al darse a las puertas de los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro-2016.
El Aedes aegypti es un mosquito muy adaptado a la vida de las ciudades, que prolifera en cualquier fuente de agua estancada. Muchos expertos han apuntado que el deficiente manejo de estas aguas en Brasil, la precariedad de los servicios sanitarios o el almacenamiento de agua en los sectores más pobres del país también han contribuido a la explosión de estos virus.