El 23 de enero de 1961, dos bombas de hidrógeno Mark 39 cayeron accidentalmente sobre la ciudad de Goldsboro desde un bombardero de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, modelo B-52, que sufrió una avería en pleno vuelo cuando sobrevolaba ese estado norteamericano.
Según la información publicada por el rotativo británico, cada uno de los dos explosivos que cayeron tenían una potencia 260 veces superior que la bomba lanzada contra Hiroshima (Japón) años antes y uno de ellos comenzó el proceso de detonación.
Aunque el Gobierno de EE.UU. ha reconocido anteriormente que se produjo ese accidente, nunca ha hecho público lo cerca que el artefacto estuvo de ser detonado por accidente y, en cambio, siempre ha negado que se hubieran puesto en peligro vidas de ciudadanos debido a fallos en los sistemas de seguridad.
Al averiarse el avión, una de las bombas descendió del aparato de igual manera que si hubiera sido activada a propósito y fue un interruptor de bajo voltaje el que finalmente logró evitar que el artefacto explosionara y ocasionara, según The Guardian, una catástrofe de dimensiones monumentales.
Estos documentos secretos fueron obtenidos por el periodista de investigación Eric Schlosser, que reveló que un explosivo de ese tipo “ habría cambiado literalmente el curso de la historia” de haberse detonado.
El reportero realizó el hallazgo mientras investigaba para su nuevo libro centrado sobre la carrera de armamento nuclear.
Durante el transcurso de sus investigaciones, Schlosser encontró que entre 1950 y 1968, se registraron al menos 700 accidentes “significativos” e incidentes, en los que están implicados 1.250 armas nucleares.
The Guardian señala también que el avión en cuestión realizaba un vuelo rutinario cuando sufrió la avería mientras sobrevolaba Carolina del Norte y que, de haber explosionado, el impacto habría afectado a ciudades como Filadelfia, Baltimore, Washington y la parte norte de la ciudad de Nueva York.
Ese incidente ocurrió tan solo tres días después de que John F. Kennedy pronunciara su discurso inaugural como presidente de Estados Unidos. Un responsable de los mecanismos de seguridad de las armas nucleares del Gobierno de EEUU, Parker Jones, reconoció en un informe divulgado ocho años después que los explosivos no contaban con la seguridad adecuada.