Esto permite visualizar con gran precisión el tumor mientras se produce el tratamiento.
La investigación aplica la tecnología conocida como “MRI-HIFU”, en referencia a las siglas en inglés para la imagen producida por la resonancia magnética, MRI, mientras que HIFU es el acrónimo equivalente a chorros de intenso ultrasonido usado como medio para “quemar” el cáncer.
Utilizada con anterioridad en tratamientos de miomas de matriz y para paliar el dolor en cáncer de huesos, esta técnica nunca antes se había usado para combatir un tumor maligno.
La clave del tratamiento es poder ver el tumor a la vez que se trata, explicó hoy Marco van Vulpen, uno de los radiólogos del UMC que lideran el estudio. Van Vulpen explicó, en un encuentro con la prensa, que la imagen de la resonancia magnética “ofrece una visión muy precisa del tumor, lo que nos permite aplicar con concreción el ultrasonido y dañar lo menos posible las células sanas”.
“El paciente se coloca boca abajo en una camilla (que luego se introduce en el MRI) provista de una especie de hueco al que llegan las aplicaciones del ultrasonido”, explicó Van Vulpen.
“En esa cavidad de la camilla se introduce el pecho, que al quedar suspendido en lugar de aplastado, nos permite tener una visión aún más precisa, a tiempo real, del tumor, incluyendo sus movimientos, y combatirlo con mayor precisión desde diferentes perspectivas”, precisó el científico holandés.
Los expertos ven en esta técnica una alternativa para la cirugía y así evitar los efectos secundarios, psicológicos, sociales y estéticos que conlleva en muchos casos una operación o la extirpación del pecho.
“Un tumor de pecho tiene un tamaño medio de entre 1 y 1,5 centímetros y el cirujano, como no puede notarlo antes de operar, extraerá una fibra de hasta 10 centímetros, lo cual es gigante comparado con la medida del tumor”, indicó Van Vulpen para ilustrar algunas de las desventajas de la cirugía.
El especialista aclaró que la tendencia a usar métodos cada vez menos invasivos no es nueva y ha sido un objetivo de la medicina desde sus orígenes.
“Por ejemplo, el tratamiento estándar para el cáncer de laringe es la radiación desde hace ya 15 años, después de darnos cuenta de que sus efectos alcanzaban el mismo nivel de curación que una operación y usanzas antiguas como la de abrir las venas para combatir una infección nos parecen impensables desde el descubrimiento de la penicilina”, ilustró el experto.
Hasta ahora este hospital universitario de Utrecht ha aplicado el nuevo tratamiento a tres pacientes, aunque la investigación -que aún está en su fase experimental- requiere que se traten a 30 afectados de cáncer de mama para ser concluida, lo cual podría tardar “varios años”, según el investigador.
Van Vulpen puntualizó que los pacientes que participen en la casuística serán finalmente operados, para así “poder comprobar la medida en la que se ha reducido el tumor y saber si hemos usado las dosis suficientes”.
Steve Klink, representante de la multinacional Philips, encargada del desarrollo de la tecnología “MRI-HIFU” aplicada en esta investigación, señaló que para recibir el nuevo tratamiento, el tumor no tiene que haber entrado en una fase de metástasis.
El cáncer de mama es el tumor más frecuente en la población femenina mundial, con una tasa estandarizada de incidencia en Europa de 110 casos por cada 100.000 mujeres, según un reciente estudio elaborado por la Universidad de La Rioja (España).
El UMC, que es el segundo mayor hospital de Holanda, creó hace dos años un centro especializado en la guía visual para intervenciones oncológicas (IMAGO), que lo hace pionero en este tipo de estudios y único en el mundo por haber fusionado los departamentos de radiología y medicina nuclear.