Conocidos como inhibidores de la bomba de protones (PPI, en inglés) como el Nexium, Prilosec o el PrevAcid, estos medicamentos figuran entre los más prescritos del mundo y representan un mercado de 14.000 millones de dólares, indicaron los autores de esta investigación de la facultad de medicina de Stanford, en California.
Son eficaces para reducir la acidez del estómago y evitar reflujos gastroesofágicos.
“El vínculo que constatamos entre la utilización de esos medicamentos y el aumento del riesgo de crisis cardíaca no prueba en sí mismo una relación de causa y efecto”, sostuvo Nigam Shah, profesor adjunto de informática biomédica de la Universidad de Stanford y uno de los autores de la investigación.
Pero insistió que, visto que este análisis se realizó en base a las historias médicas electrónicas de casi tres millones de personas, y tras rastrillar minuciosamente miles de millones de datos médicos, este vínculo debería ser considerado como algo serio, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de estos antiácidos están disponibles sin receta médica.
En Estados Unidos, los médicos hacen más de cien millones de recetas médicas por año para estos antiácidos considerados como benignos —salvo para las personas que toman el anticoagulante Plavix—, indicaron los investigadores cuyo estudio fue publicado en la revista estadounidense PLOS ONE.
“Estos medicamentos no son quizá tampoco tan seguros como creemos”, comentó Nicholas Leeper, profesor adjunto de cirugía cardiovascular de la Universidad de Stanford, principal autor del estudio.
Si se compara con otra clase de antiácidos conocidos como antihistamínicos H2, como el Pepcid, Tagamet o el Zantec, éstos no se vinculan con un aumento del riesgo cardíaco, según un análisis de los registros médicos de 2,9 millones de pacientes.
Estos antihistamínicos H2 están presentes en el mercado hace más tiempo que los IPP y son razonablemente eficades contra la acidez de estómago.
Cabe destacar que se observó una mayor frecuencia de crisis cardíaca en personas que tomaban los antiácidos IPP de menos de 45 años y con buena salud, concluyeron los investigadores.