El organismo nipón indicó que el agujero, que aparece cada año entre los meses de agosto y diciembre debido al efecto de los clorofluorocarbonos (CFC) y otros gases nocivos, alcanzó los 27,8 millones de metros cuadrados el pasado 9 de octubre, según datos obtenidos por satélites estadounidenses.
La agencia nipona aseguró que es el cuarto mayor tamaño registrado desde que comenzaron las mediciones en 1979 y la misma que se constató en 1998.
La JMA atribuyó la expansión, la mayor durante un mes de octubre, en parte a las bajas temperaturas registradas en la estratosfera sobre la Antártida, que han agravado el disminución de la capa de ozono.
Un estudio elaborado el año pasado por 300 científicos y avalado por la Organización Mundial de la Meteorología (OMM) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) asegura que la destrucción de la capa de ozono está disminuyendo y que este escudo natural de la Tierra que bloquea los rayos ultravioleta (dañinos para la piel y los ojos) podría recuperarse a mediados de siglo.
Esto sería posible si se siguen aplicando las restricciones a los productos que la destruyen, como los que contienen clorofluorocarbonos.
El japonés Atsuya Kinoshita, de la oficina de seguimiento de la capa de ozono de a agencia nipona, ha advertido no obstante de que a pesar de que la presencia de los gases nocivos está disminuyendo, los cambios de temperatura propician que se extiendan ampliamente dañando la capa de ozono, según recogió la cadena pública NHK.