Ahora, un equipo de científicos constata que estos se cruzaron hace más de 100.000 años.
Se trata de una fecha anterior a lo establecido hasta ahora que pone de manifiesto que hubo al menos dos cruces distintos entre ambas especies: el que ya se conocía, hace unos 60.000 o 65.000 años, y otro que se dio hace entre unos 100.000 o 120.000 años, confirma a Efe Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva (centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra).
Este antiguo intercambio genético podría haber tenido lugar en Oriente Medio, según un estudio que publica hoy Nature. A través del uso de distintas técnicas de análisis de ADN (los fragmentos genómicos son más cortos cuanto más lejos ha sido el cruce), los científicos identifican por tanto una hibridación entre neandertales y humanos modernos decenas de miles de años (unos 50.000) antes de lo documentado previamente.
Ello sugiere, tal y como se ha publicado en estudios recientes, que humanos modernos salieron de África más temprano y se mezclaron con neandertales. Estos seres humanos modernos se extinguieron, por lo que su genética no está en los antepasados del hombre moderno actual.
El trabajo está dirigido por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) y participan varios centros españoles, que describen en este artículo el hallazgo por primera vez de secuencias genéticas de sapiens en cromosomas de neandertales.
Para llegar a estas conclusiones, se estudiaron y compararon los genomas completos de un neandertal y un homínido de Denísova (denisovano) de Siberia, y la secuencia del cromosoma 21 de un neandertal de la cueva asturiana de El Sidrón y de otro de Vindija (Croacia), según una nota del CSIC.
Lo que los expertos ya sabían desde 2010, gracias al proyecto Genoma Neandertal, es que hace unos 60.000 años, la población humana antepasada de los europeos y los asiáticos actuales, tras su migración fuera de África, se cruzó con los neandertales.
Como resultado de ese flujo génico, los humanos modernos no africanos son portadores de un 2 % de secuencias genéticas neandertales, pero no así las poblaciones subsaharianas que nunca estuvieron en contacto con neandertales y que no son portadores de estos genes arcaicos.
En este nuevo estudio, se han encontrado evidencias de la contribución de un humano moderno en el genoma de un neandertal, señala en una nota del Max Planck Sergi Castellano, otro de los autores.
Las pruebas de este flujo de genes se encontraron en un individuo neandertal cuyos restos se hallaron en una cueva en las montañas Altai en el sur de Siberia, cerca de la frontera entre Rusia y Mongolia. No encontraron evidencias genéticas de humano moderno ni en los neandertales de El Sidrón y Vindija ni en el denisovano.
Esto no quiere decir que los humanos modernos no se hayan cruzado con denisovanos o neandertales europeos, sino que la señal genética observada en el neandertal de Altái probablemente viene de un cruce ocurrido después de que este linaje neandertal divergiera de sus “primos europeos”, hace poco más de 100.000 años, detalla Adam Siepel, del Simons Center for Quantitative Biology (EEUU).
Para Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales, estos hallazgos tienen una implicación en el modelo evolutivo.
“Sabíamos desde hacía décadas que hubo una salida temprana de sapiens fuera de África, por los restos encontrados en los yacimientos israelíes de Skhul y Qafzeh, pero al no tener datos paleontológicos esta salida fue considerada por muchos como una migración fallida, al no haber ido más allá de Oriente Próximo”.
Los datos de este estudio coinciden con las nuevas evidencias arqueológicas: recientemente, por ejemplo, se publicó en otro estudio la presencia de Homo sapiens en China hace cerca de 100.000 años, recuerda Lalueza, quien apunta que esta y otras evidencias bien podrían corresponder a estos sapiens que dejaron sus genes en el ramal de los neandertales que migró hacia el este.
Para este científico, si se dispusiera de más genomas antiguos se encontrarían más cruces entre especies porque, tal y como demuestra este trabajo, “la evolución humana es más compleja de lo que pensábamos, más parecida a una red con muchas ramificaciones”.