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El agua es fundamental para casi todas las funciones corporales, desde la regulación de la temperatura hasta la eliminación de desechos y el mantenimiento de la concentración. Durante una peregrinación, el desgaste físico aumenta significativamente, lo que incrementa la necesidad de mantenerse adecuadamente hidratado, más aún cuando las temperaturas son elevadas, como el diciembre de Caacupé.
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La deshidratación puede afectar desde el rendimiento físico hasta el mental. Incluso una deshidratación leve puede causar fatiga, dolores de cabeza, mareos y una concentración reducida, lo que podría complicar una jornada de caminata.
Factores que afectan la necesidad de agua en una peregrinación
Clima y temperatura: caminar bajo el sol en un día caluroso aumenta la pérdida de agua a través del sudor. En climas cálidos, se recomienda aumentar la ingesta de agua para compensar esta pérdida.
Intensidad del esfuerzo físico: cuanto más exigente sea el trayecto, mayor será el requerimiento de líquidos. Caminatas empinadas o de larga distancia incrementan la necesidad de mantenerse hidratado.
Salud y estado físico: las condiciones de salud individuales también influyen en la cantidad necesaria de agua. Algunas personas pueden tener condiciones médicas que requieren una consideración especial de hidratación.
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Altitud: a mayores altitudes, el aire es más seco y el cuerpo puede perder más agua, aumentando la necesidad de hidratación.
Peso corporal: como regla general, el consumo de agua puede variar según el peso corporal. Un método es calcular entre 30 a 50 mililitros de agua por kilogramo de peso corporal al día, además de una cantidad adicional para compensar el ejercicio.
Recomendaciones generales para peregrinos
Aunque no hay una fórmula única que se aplique a todos, existen recomendaciones generales que los científicos sugieren, como un consumo base para asegurar una correcta hidratación. Para un adulto promedio, la esta suele ser de alrededor de 2 a 3 litros diarios en condiciones normales.
Durante una peregrinación, se puede considerar un suplemento de 500 mililitros a 1 litro de agua extra por cada hora de caminata, dependiendo de los factores anteriormente mencionados.
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Además de seguir recomendaciones generales, es crucial prestar atención a las señales del propio cuerpo. La sed es un buen indicador de la necesidad de agua, aunque se recomienda beber regularmente y no esperar a tener sed.
Un estudio realizado por la Universidad de Stanford destacó cómo la hidratación controlada mejora significativamente el rendimiento físico y cognitivo durante actividades prolongadas al aire libre. Los investigadores observaron que los participantes que mantenían una adecuada ingesta de líquidos reducían los efectos negativos de la fatiga y mejoraban su capacidad de concentración.
Además de la cantidad, la calidad de la hidratación es vital. Asegurate de llevar agua potable de buena calidad y considerá el uso de sales minerales o bebidas isotónicas si la caminata es especialmente exigente o prolongada, para compensar la pérdida de electrolitos.