Se calcula que entre 20 y 34 millones de personas trabajan como recicladores en todo el mundo, desempeñando un papel crucial en la recuperación de material reciclable.
“Estamos en cada rincón”, dice a AFP María Soledad Mella Vidal, una recicladora chilena de 54 años.
“No tenemos el financiamiento, no tenemos la capacidad de infraestructura, no tenemos la maquinaria (...), pero nos sentimos sumamente orgullosos porque creemos que estamos haciendo un aporte real”, añade la mujer.
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Representantes de más de 170 países negocian en Busan, Corea del Sur, un acuerdo histórico para frenar la contaminación por plásticos.
Actualmente sólo se recicla 9% del plástico en todo el mundo. Más de la mitad gracias a los recicladores.
3 dólares por día: “suficiente para vivir”
Johnson Doe, de 39 años, se convirtió en reciclador a los 16 en Acra, Ghana. “No encontraba ningún trabajo formal, así que la única forma de ganarme la vida era ir al vertedero”, cuenta.
Cada día espera a que lleguen los camiones de basura a uno de los vertederos de la ciudad y recoge residuos reciclables, que luego vende a un intermediario.
Su ingreso medio es de tres dólares al día, “suficiente para vivir”. Después de 23 años en este oficio, el plástico ya no tiene para él ningún secreto. “Eso es PET [Tereftalato de Polietileno]. Eso es polipropileno de alta densidad. La etiqueta es de polipropileno no reciclable”, explica, mientras examina una botella de agua.
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“Me gusta mi trabajo, pero lo que necesitamos es integración, respeto e inclusión”, sostiene.
María Soledad no trabaja en vertedero, sino en las calles. Todas las mañanas se levanta a las 5, para adelantarse a los camiones de basura. Después, en su casa, clasifica los residuos que recogió.
“Ninguna máquina puede sustituir la relación entre el recolector y el residuo”, afirma. “Un clavo o un trozo de vidrio pueden detener una máquina. Nada puede pararnos a nosotros”, asegura.
Ella también se ha convertido en una experta en plásticos y aboga por la prohibición de los envases de un solo uso.
En 2022, una resolución de la ONU reconoció la “importante contribución” de estos trabajadores en la lucha contra la contaminación por plásticos.
Pero ahora anhelan ver este reconocimiento escrito en el tratado negociado en Busan, lo que allanaría el camino para el reconocimiento legal de la profesión.
“Mucha gente tiene prejuicios sobre nosotros. Piensan que somos delincuentes o drogadictos”, lamenta María Soledad.
Latinoamérica, “a la vanguardia”
La vida de un reciclador a veces no vale gran cosa. En 1992, en Colombia, hubo el caso de once recolectores, asesinados a tiros por guardias de seguridad en Barranquilla, cuyos cuerpos fueron vendidos a una facultad de medicina. Un reciclador, que logró milagrosamente escapar, dio la alerta a la policía.
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Este crimen consternó a toda Colombia y marcó el inicio de un movimiento unificador. El 1 de marzo, día en que se descubrió la masacre de Barranquilla, se convirtió en el Día Mundial de los Recicladores.
Desde 2022, la Alianza Internacional de Recicladores, que cuenta con 460.000 miembros, lleva sus reivindicaciones a nivel internacional.
“El movimiento de recicladores latinoamericanos estuvo a la vanguardia”, explica Patrick O’Hare, profesor de la Universidad de St Andrews (Escocia) y experto en el tema.
“Más recientemente, ha surgido un fuerte movimiento en África. También en India hay organizaciones muy poderosas, la mayoría dirigidas por mujeres”, explica.
Los trabajadores reclaman, entre otras cosas, una mejor cobertura de salud, una prioridad en esta profesión, en la que se está expuesto a menudo a sustancias tóxicas.
“No contamos con el apoyo de los gobiernos”, se queja Johnson Doe. Pero “si un tratado menciona a los recicladores, entonces tendremos una existencia legal”.