Estos bivalvos mantienen una relación simbiótica con un tipo de alga, la Symbiodinium corculorum, que vive dentro de la concha del berberecho, pero que necesita luz solar para realizar la fotosíntesis y proporcionar nutrientes a su hospedador.
Una investigación liderada por la Universidad de Chicago (EE.UU.) y que publica Nature Communications analizó las estructuras en forma de ‘ventana’ que crea el berberecho para canalizar la luz solar hacia el interior a la vez que bloquean la radiación ultravioleta.
Dada la capacidad de estas ‘ventanas’ para transmitir la luz de una forma determinada, los autores han comparado esas estructuras con haces de cables de fibra óptica, las primeras este tipo que observan en un organismo.
Otros bivalvos, como la almeja gigante, abren su concha para que entre la luz, pero eso deja expuesto su interior blando a posibles depredadores y de dejar pasar la radiación ultravioleta del sol.
Sin embargo, los berberechos de corazón (Corculum cardissa) se mantienen cerrados, por lo que las algas de su interior acceden a la luz solar por ese otro mecanismo.
Ventajas de las estructuras en forma de ventanas en el berberecho
El equipo estudió fragmentos de concha de berberecho y midió cuánta luz pasa a través de la cara orientada hacia el sol utilizando un instrumento que mide la intensidad luminosa de distintas longitudes de onda.
Esas ‘ventanas’ transparentes están hechas de un material llamado aragonito (una forma cristalina de carbonato cálcico), que forma estrechos prismas fibrosos perpendiculares a la superficie, escriben los autores.
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Estos “cables de fibra óptica” agrupados proyectan imágenes a través de la cáscara y hacen incidir la luz sobre microlentes en el interior de la concha que dispersan, condensan y filtran la luz.
El estudio indica que el tamaño de las fibras de aragonito, aproximadamente de un micrometro, su morfología (fibras largas en lugar de placas) y su orientación “transmiten más luz que muchos otros diseños posibles”.
Así se optimiza la cantidad de luz útil que llega hasta las algas, al tiempo que reduce la exposición a la radiación ultravioleta nociva.
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Los berberechos transmiten a su interior entre el 11 y el 62 % de la radiación fotosintéticamente activa, pero solo entre el 5 y el 28 % de la radiación UV potencialmente dañina para las algas.
Estas estructuras en forma de ventana pueden tener numerosas ventajas para el propio organismo y también podrían inspirar el desarrollo de nuevos biomateriales que imiten estas adaptaciones naturales para una transmisión eficaz de la luz, resume la revista.