Un estudio analiza el impacto en la naturaleza de la extinción de 1.300 aves en 200 años

La extinción prevista de 1.300 aves en los próximos 200 años puede provocar daños significativos en el ecosistema, debido a la pérdida de roles esenciales como la polinización, la dispersión de semillas y el control de plagas, según un estudio.

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Son las conclusiones de un estudio liderado por la Universidad de Birmingham y del Centro español de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestal (CREAF), que analiza el impacto de la desaparición de aves desde los primeros pasos del ser humano, hace 130.000 años, y hace proyecciones de futuro.

En total se calcula que ya desaparecieron como mínimo 610 especies desde la aparición de los seres humanos, casi todas ellas por causas humanas, y se estima que solo en los próximos dos siglos podrían extinguirse otras 1.305 especies, prácticamente el doble.

La investigación apunta que ya se perdió el 20 % de diversidad funcional -la pérdida de diversidad y de roles en la naturaleza- a nivel mundial y proyecta que los próximos 200 años puede sumarse un 7 % adicional.

El estudio, publicado en la revista Science, advierte de que las consecuencias de la extinción son mayores de lo que se creía.

En este sentido, los investigadores resaltan que las aves “desempeñan una función única en el ecosistema” y que, por tanto, cuando desaparece una especie, su rol en el entorno natural muere con ella.

Entre los ejemplos más comunes se encuentran aves que controlan plagas alimentándose de insectos, las carroñeras que se encargan de eliminar desechos orgánicos y aquellas que se alimentan de fruta y dispersan semillas contribuyendo al brote de nuevos árboles.

Los investigadores concluyen que “conforme más especies con roles diferentes desaparecen, se pierde una mayor diversidad funcional”.

“Comprender el impacto de las extinciones pasadas nos ayudará a calibrar mejor las consecuencias futuras en los ecosistemas y, por tanto, a mejorar las estrategias de conservación y restauración global”, señala el investigador de la Universidad de Birmingham y primer autor del estudio, Tom Matthews.

Las zonas más afectadas son las islas, donde el 80 % de las especies extinguidas provienen de estos entornos, lo que se traduce en una pérdida del 31 % de diversidad funcional en estos lugares.

No obstante, el ecosistema español también podría verse afectado con la desaparición del quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), un buitre que se alimenta de restos de huesos y ayuda a reciclar los nutrientes.

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