En una entrevista con EFE, Lupien, profesora de la Universidad de Montreal, defiende que por encima del uso del teléfono móvil, el objetivo pasa por transformar en positiva la concepción negativa del estrés y trabajar esa vertiente que mejora la capacidad de atención y permite enfocar mejor los retos.
Esta investigadora admite de todos modos que el exceso de información que llega a través de los teléfonos móviles es un inconveniente para avanzar en ese camino.
Sin embargo, subraya aspectos positivos de su uso, como esa percepción de respaldo social que mejora la autoestima y que califica en el caso de las redes sociales como un apoyo a través de una “empatía virtual”.
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Advierte de que con el incremento del número de contactos, lo hace también del estrés, “porque subir una foto es una amenaza cuando tienes quinientos amigos”.
Los jóvenes llevan siempre el móvil, allí tienen su comunidad
La seguridad que aporta el móvil la enmarca en el concepto de respaldo social, pues los jóvenes le llevan siempre en la mano porque “aunque les excluyan, tienen allí su comunidad”.
Al respecto, relata un estudio con tres grupos de adolescentes a los que se sometió al mismo nivel de estrés, pero uno tenía prohibido usar el móvil, otro sólo podía sostenerlo y el tercero podía enviar mensajes si necesitaba algún tipo de apoyo.
“El primer grupo sufrió mucho más estrés que los otros dos”, señala, sin poder concretar una edad para la introducción del teléfono móvil, aunque apunta a los 12 años como una edad de cambio en los adolescentes.
A esa edad los amigos pasan a ser más importantes que la familia y es de ahí de donde les llegará el estrés, “por eso deben escoger bien” a su círculo de relaciones.
Los jóvenes y los niños deben conocer los efectos positivos del estrés
A los niños, indica, hay que hablarles “de los efectos positivos del estrés y enseñarles a reconocer las señales que envía el cuerpo como el dolor de estómago o la aceleración del corazón”.
Su conclusión es que hay que cambiar la manera en que se habla del estrés.
Lupien remite de nuevo a un estudio de 2015 en Alemania donde se llevaba a gente a un laboratorio para someterlos a estrés y a otras personas solo a asistir como observadores y ambos grupos alcanzaban un nivel similar de tensión.
“Y si eso es así entre desconocidos, cuanta más conexión hay entre las personas, más se equiparan los niveles”, puntualiza Lupien, que concluye con una reflexión sobre los móviles: “No es blanco ni negro, es el yin y el yang, tienen efectos positivos y negativos y no son peligrosos en si mismo, lo es su contenido”.