Además de la palabra, los seres humanos a menudo solo tienen la mano o el beso para saludar a su prójimo.
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El elefante varía sus señales en función de la atención que le presta su interlocutor.
El estudio sugiere que los paquidermos aprenden a desarrollar una “constelación” de señales mediante las cuales “se saludan con gestos y vocalizaciones específicas”.
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Realizado por un equipo del departamento de biología del comportamiento y cognición de la Universidad de Viena, el estudio establece que estas señales están “orientadas hacia un individuo y su modalidad depende del estado de atención visual del destinatario”.
La dificultad de observar detalladamente los comportamientos individuales en un grupo de elefantes salvajes llevó a los investigadores a centrarse en una pequeña colonia de nueve elefantes de sabana en semicautiverio, machos y hembras, en la reserva de Jafuta en Zimbabue.
El elefante y su repertorio de señales
Primero detectaron todo el repertorio de señales de comunicación de estos animales.
Los elefantes utilizan señales acústicas (el gruñido es el recurso más común), visuales (movimientos de orejas, cabeza o cola), táctiles (a través de roces o contacto entre individuos), así como señales olfativas (como orinar o emitir secreciones glandulares), e incluso señales sísmicas (patear el suelo).
Luego, el equipo registró y codificó más de 1.200 señales emitidas.
A lo largo de 89 encuentros registrados en dos meses, una quinta parte de las comunicaciones eran vocalizaciones.
Las señales olfativas, como la orina, la defecación o las secreciones glandulares, estaban presentes en casi tres cuartas partes de los encuentros.
En realidad durante esos encuentros los elefantes combinaron su arsenal de señales. La más común es la que asocia gruñidos y movimientos de orejas, seguida por el gruñido asociado con orejas erguidas.
El elefante en estado salvaje y en la reserva
En estado salvaje, los machos tienden a usar sus trompas hacia órganos olfativos (como la parte trasera o glándulas situadas en la cabeza) o simplemente gruñidos.
Sin embargo, en la reserva, los machos se comportaban más como las hembras, teniendo “encuentros elaborados” que combinaban varias señales, lo que refuerza la hipótesis, según el estudio, de que tales comportamientos “sirven para fortalecer los lazos sociales”.
Finalmente, un criterio esencial para calificar una comunicación como intencional es que esté dirigida a una audiencia en particular.
Concretamente el elefante adapta sus señales según la atención visual que le presta su destinatario: elegirá señales táctiles o audibles si su congénere no lo está mirando, pero utilizará señales visuales silenciosas, como mover las orejas o defecar, en caso contrario.
En cuanto a si el orden de las señales tiene algún significado, el estudio admite que en este momento aún no se sabe.