Lena Schilling, única mujer en medio de hombres con traje que le doblan la edad, destaca por su melena morena, sus jeans, zapatillas de deportes y su experiencia en las protestas.
Esta estudiante de Ciencias Políticas se dio a conocer al ocupar durante más de un año, con el movimiento Fridays For Future, una reserva natural en peligro por la construcción de un túnel.
Después de conseguir que el proyecto quedara paralizado, la militante aceptó el siguiente reto: la propuesta de los ecologistas de llevar al Parlamento Europeo el compromiso de los activistas del clima.
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“Presentarme quiere decir a la gente: la crisis climática no va a desaparecer aunque mires hacia el otro lado”, explica a AFP precisamente en el parque Lobau, en las afueras de Viena, en el que acampó durante tanto tiempo.
Justicia social
Tener un escaño entre los 705 de la eurocámara en los comicios de junio le permitirá defender el Pacto Verde, tan arduamente negociado, cuyo objetivo es que el bloque alcance la neutralidad en carbono antes de 2050.
Esta meta podría tambalearse si aumenta la presencia de la extrema derecha, como apuntan los sondeos.
Las cuestiones climáticas, que habían monopolizado el debate en los últimos comicios de 2019, en la estela de la activista sueca Greta Thunberg, se han vuelto un tema complicado, en un contexto de protestas agrícolas.
Y como en toda Europa, los ecologistas austriacos perderán probablemente fuerza: los sondeos les dan un 9% de la intención de votos, frente al 14% de hace cinco años.
Una activista climática con discurso más moderado
Schilling se decanta por un discurso más moderado y se distancia de las acciones de algunos activistas, como los que se pegan al asfalto para bloquear el tráfico.
Se trata, en su opinión, de un castigo para las personas que muchas veces no tienen otra opción para ir a trabajar. La ecología debe tener en cuenta la justicia social, “los más pobres son los que se ven más duramente afectados”, dice.
Más paneles solares, aerogeneradores, billetes de tren más baratos entre las capitales europeas... enumera Schilling en su programa, como si fuera una veterana.
Entre una madre asistenta social y un padre empleado de banco, la activista dice haber crecido entre debates políticos y asegura que no teme los insultos.
Una “buena elección”
“Aprendí pronto a alzarme contra las injusticias”, explica, insistiendo en que no tiene miedo de enfrentarse a los pesos pesados de la política.
“Los intentos de desacreditarte todo el rato por ser mujer son muy estresantes”, admite. “Pero al mismo tiempo, la rabia que despierta en mí me da fuerza”, abunda esta candidata, que quiere “cambiar un poco el mundo” en nombre de “todos los que protestan por el clima”.
Además del tema central del clima, Schilling también batalla por los derechos de las mujeres, la lucha contra el racismo y la homofobia, y por la libertad de prensa.
Para el politólogo Thomas Hofer, Schilling “sabe cómo sortear las preguntas difíciles”.
Tener esta candidata con un perfil “diferente” es una “buena elección”, según el analista, para movilizar a un electorado desencantado del partido ecologista, aliado a los conservadores en el poder desde 2020.