Los investigadores realizaron más de 1.100 necropsias de pardelas cenicientas (‘alonectris borealis’) juveniles, cuya muerte se debió a causas naturales o a accidentes, en ambos archipiélagos durante los diez últimos años y han recogido sus conclusiones en un estudio que publica la revista Environment International.
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La omnipresencia del plástico en el estómago de pardelas cenicientas juveniles demuestra, según los autores, que los plásticos llegan a las crías a través de la alimentación de los padres, antes abandonar el nido.
La ingesta de plástico en las crías es más elevada en esta especie emblemática de ave marina Atlántica que en otros tipos de pardelas, por lo que los investigadores la han considerado como un bioindicador para hacer seguimiento a la contaminación por deshechos plásticos en ambos archipiélagos.
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Umbral de peligrosidad
En el estudio se tuvo en cuenta la edad de las aves y la metodología de muestreo para definir un valor umbral de a partir de qué número de partículas de plástico puede estar en riesgo el animal.
“Determinar este valor umbral proporcionará información fiable para apoyar la acción política regional, nacional e internacional en zonas del Atlántico norte en las que hasta ahora carecíamos de una especie que indicara eficazmente el estado de la contaminación por partículas de plástico”, señala el investigador del Museo Airam Rodríguez en un comunicado.
“En este trabajo hemos marcado el valor umbral cuando más del 20 % de las aves que se analicen contengan más de cuatro partículas plásticas. Superar esa proporción hace necesario tomar medidas concretas para eliminar el contaminante en el medio marino por parte de las autoridades responsables”, agrega.
Indicador de la basura marina
Según este investigador, “uno de los hallazgos más llamativos es que mientras las pardelas juveniles de las Azores permiten monitorizar los cambios en la composición del plástico flotante en la zona subtropical del Atlántico Norte, procedente principalmente de las costas de América Central y del Norte”, las pardelas cenicientas de las Islas Canarias sirven para monitorizar la basura en la corriente de este mismo archipiélago.
El seguimiento a largo plazo de los juveniles de pardela en las Azores y Canarias convertirá a estos archipiélagos “en verdaderos observatorios medioambientales desde los que se obtendrá información precisa sobre la dinámica espacio-temporal de este contaminante en estas regiones oceánicas”.
La recogida de datos para este estudio se ha llevado a cabo mediante prácticas no invasivas, afirman los autores, quienes recuerdan que los juveniles de esta especie se deslumbran a causa de la contaminación lumínica de las zonas urbanas las primeras veces que intentan salir del nido.
Este impacto visual hace que estas crías se desorienten y acaben cayendo y, pese a los esfuerzos para rescatarlas durante las campañas como SOS Pardelas, alrededor del 5 % de las aves muere, y han sido esos ejemplares accidentados en ambas islas los que han sido analizados para el estudio.