Los antropólogos comenzaron a estudiar estos palos mensajeros en 1880 y ahora, tras 22 años de trabajos, científicos afiliados a universidades australianas y alemanas han catalogado y creado un repositorio digital abierto con todos los palos existentes en más de 20 museos y colecciones privadas de todo el mundo.
La base de datos contiene el detalle de 1.572 artefactos, en los que se expresan símbolos procedentes de 146 comunidades aborígenes distintas, cuyos datos están ya disponibles para que los científicos puedan avanzar en el conocimiento de "su historia, significados y objetivos".
Cada entrada se ha creado a partir de una combinación de datos de fuentes públicas, incluidos manuscritos, artículos publicados y catálogos de museos, aunque los autores advierten de que la exhaustividad puede no ser total al tratarse de un tema poco estudiado.
Algunas categorías en las que está dividida la información de cada palo mensajero son: material, motivos, significado del símbolo, distribución, autores, y colección o museo al que pertenece.
"Los objetivos de este repositorio son, entre otros, crear un archivo digital categorizado del patrimonio cultural que suponen los palos mensajeros, con el visto bueno de los representantes de las comunidades nativas australianas; permitir la comparación de datos; y mostrar artefactos de los que aún se desconoce información para aspirar a completarla", indican los autores.
Cómo son
Los palos o bastones mensajeros están hechos de madera maciza (salvo alguna excepción en hueso o arcilla), poseen forma cilíndrica o aplanada y tienen un tamaño relativamente pequeño para poder ser fácilmente transportados (entre 18 y 35 centímetros de largo y entre 4 y 5 centímetros de ancho).
Fueron tallados por los pueblos aborígenes de Australia para facilitar la comunicación a larga distancia, y la mayoría contienen símbolos, en los que abundan líneas angulares, cruces, puntos, representaciones de personas, objetos o paisajes, en algunas ocasiones en color y decorados con tela o plumas.
Los investigadores explican que, tradicionalmente, estos palos se pasaban entre diferentes pueblos, grupos lingüísticos e incluso dentro de un mismo clan para establecer alianzas y gestionar movimientos de personas y mercancías.
"Creemos que quien quería enviar un mensaje, primero buscaba a un mensajero, después empezaba a tallar lo que quería comunicar en presencia del mensajero, mientras le daba instrucciones orales de cómo y a quien debía entregar el palo", señala uno de los autores, Piers Kelly, arqueólogo de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia).
En respuesta, el receptor podía tallar otro mensaje en el palo o simplemente responder con un mensaje oral a través del mensajero.
Aún se desconoce mucho sobre estos mensajes, de ahí la importancia de repositorios digitales como este para poder estudiarlos, pero los científicos creen que a menudo se utilizaban para convocar a grupos de vecinos a ceremonias, incluidas las mortuorias, y que los encargados de recibirlos tendían a ser los mayores.
Kelly considera que los símbolos tallados podían ser entendidos por los miembros de la mayor parte de los pueblos aborígenes australianos, independientemente de que compartieran un idioma común, si bien advierte de que buena parte de la historia y el significado de estos mensajes sigue siendo una incógnita que este repositorio digital "ayudará a responder".
Los palos mensajeros siguieron enviándose hasta los años 70 del siglo pasado, aunque ya a través de medios más modernos como el correo postal.
En algunas zonas de Noruega y en los archipiélagos de las Islas Órcadas y Shetlands, en Escocia, se han encontrado muestras de una forma de comunicación similar, mediante palillos de madera.