El hallazgo, recogido este viernes en la revista Science Advances, ha dado lugar a una caracterización celular completa del ovario, con la descripción y localización de todas sus moléculas, que ha sido posible gracias al análisis de tejidos procedentes de ovarios de cinco donantes humanas.
Este estudio forma parte del proyecto Atlas Celular Humano con el que la ciencia aspira a lograr un mapeo completo del cuerpo humano para entender bien cómo funciona y qué falla en las enfermedades.
Actualmente, los cirujanos pueden implantar tejido ovárico previamente congelado para restablecer temporalmente la producción de hormonas y óvulos.
El problema es que ese tejido no funciona mucho tiempo porque son muy pocos los folículos (las estructuras que producen hormonas y crean óvulos) que sobreviven al implante.
Ahora, la caracterización celular del ovario revela que la mayoría de los folículos, denominados ‘primordiales’, permanecen inactivos y se localizan en la capa externa del ovario, denominada corteza.
Hay una proporción más pequeña de folículos, llamados ‘funcionales’, que se activan periódicamente y migran hacia el interior del ovario, a una región conocida como fondo de crecimiento, donde producen óvulos que posteriormente se liberan en la trompa de Falopio.
Guiar la creación de óvulos
Una técnica relativamente nueva, conocida como transcriptómica espacial, ha permitido rastrear la actividad génica de las células y desvelar los factores que hacen que un folículo madure y produzca óvulos.
Conocer esos factores permitirá editar genéticamente el tejido ovárico para guiar el desarrollo de los folículos, de tal manera que ese tejido funcione mejor y más tiempo una vez implantando que el que no está modificado.
Con este avance, una paciente que tenga que someterse a tratamientos médicos tóxicos como quimioterapia o radioterapia, podría congelar tejido ovárico que posteriormente le pueda ser reimplantado.
La creación de tejido ovárico productivo mediante edición genética abriría la puerta, según los investigadores, a una ventana de fertilidad más larga, así como a un periodo más prolongado de tiempo en el que el cuerpo produciría hormonas que ayudarían a regular el ciclo menstrual y mejorar la salud muscular, esquelética y cardiovascular.
“Nuestro ovario puede servir incluso para crear un ovario artificial que, con el tiempo, podría trasplantarse al cuerpo”, explica una de las autoras, Ariella Shikanov, investigadora de ingeniería biomédica de la Universidad de Míchigan en un comunicado de esta universidad.
El mismo equipo científico está cartografiando otras partes del aparato reproductor femenino, como el útero, y las trompas de Falopio.