En una rueda de prensa, Sheu Shyh-shyuan, director de división del Instituto de Electroóptica del ITRI, afirmó que este equipo ha utilizado el diseño de circuitos integrados y los nodos de 28 nanómetros de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) para crear chips de control de baja temperatura -capaces de funcionar a 269 grados bajo cero- y módulos para hacer los dispositivos de control más pequeños.
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Este hallazgo permitirá reducir el tamaño de los ordenadores cuánticos un 40 %, mejorando de este modo las posibilidades para su comercialización, y también facilitará las rutas para la transmisión de señales cuánticas, aseveró Sheu.
El módulo creado por el ITRI consume un 50 % menos de energía que otros desarrollos internacionales, “lo que lo convierte en una ventaja para el desarrollo de ordenadores cuánticos superconductores de múltiples cúbits”, señaló el investigador, que reconoció que algunas empresas taiwanesas ya se han interesado por esta tecnología.
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Durante su comparecencia, Sheu explicó que un ordenador cuántico está equipado con un refrigerador, multitud de cables para conexiones y otros dispositivos que, combinados, “pueden ocupar fácilmente una habitación entera”.
Taiwán se adhiere a la minimización
Para establecer estas conexiones, un cúbit requiere de dos o tres cables, por lo que si se quiere crear un sistema de 100 millones de cúbits, “eso significaría 300 millones de cables, con el tamaño del dispositivo de control y del sistema de refrigeración ampliado en consecuencia”, apuntó Sheu.
Es por ello que la “minimización” está “de moda” en el mundo de la computación cuántica, manifestó el investigador
Al contrario que los ordenadores convencionales, que emplean ceros y unos (bits) en sus operaciones, los ordenadores cuánticos funcionan con “cúbits”, caracterizados por presentar infinidad de estados superpuestos: en lugar de tener un valor predefinido, un cúbit puede ser un cero, un uno o cualquier proporción de estos dos números (80 % de cero y 20 % de uno, por ejemplo).
Según los expertos, la utilización de estos cúbits, que pueden ser fotones, iones atrapados o átomos, ofrece infinidad de posibilidades para la transmisión y el almacenamiento de información, aunque su puesta en marcha todavía requiere de años de investigación.