Dimorphos fue impactado en septiembre de 2022 por la nave DART (acrónimo inglés de En sayo de Redireccionamiento de un Asteroide Doble), una experiencia inédita de la NASA para estudiar la capacidad de desviar un asteroide que amenazara la Tierra.
El éxito de la misión, que ocurrió a unos 11 millones de kilómetros de la Tierra, solo podía medirse al examinar la consecuencia del impacto en la órbita de Dimorphos en torno a Didymos.
Diphormos, de unos 160 metros de diámetro, orbitaba en poco menos de 12 horas a Didymos, cuyo diámetro es de 800 metros.
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El tiempo de cada órbita fue reducido en más de media hora después del impacto de DART, como atestiguó un microsatélite italiano que acompañaba a la misión, y cuyas observaciones son recogidas desde la Tierra por telescopios.
Dimorphos, el asteroide desviado en 2022, es un amasijo de escombros flotantes
Sabina Raducan, especialista en cuerpos celestes pequeños de la Universidad de Berna, acaba de publicar un estudio en Nature Astronomy que explica que estos datos “sugieren que Dimorphos es un montón de escombros”.
“Según las simulaciones, Dimorphos era una ‘estructura’ muy frágil, que ofreció muy poca resistencia” al impacto de DART y sus 610 kg, explica a AFP el coautor del estudio, Patrick Michel, astrofísico en el Observatorio de la Costa Azul.
Una fragilidad tal que “el impacto, en lugar de crear un cráter de unos diez metros de diámetro, provocó una deformación completa del cuerpo”, aventura este co-responsable del equipo DART.
Dimorphos, el asteroide desviado en 2022, es un amasijo de pedruscos
Los científicos esperan a que la sonda HERA de la Agencia Espacial Europea (ESA), que debe alcanzar Dimorphos en 2026, examine el asteroide con medios técnicos más avanzados.
Dimorphos estaría compuesto por una mezcla heterogénea de sílice. Es en realidad un amasijo de pedruscos, bastante pequeños, puesto que menos de la mitad (40%) tienen más de 2,5 metros, según las simulaciones respaldadas por las últimas imágenes tomadas por DART antes de que la nave se estrellara.
Y sobre todo, la estructura del astro, que un radar de baja frecuencia de HERA permitirá examinar, se caracterizaría por una gran porosidad, lo que explicaría su fragilidad.
Ello lleva a los astrónomos a pensar que su origen, y crecimiento, se explica a partir de escombros expulsados por su hermano mayor Didymos.
Ello sería una “buena noticia” según Patrick Michel, porque confirmaría que un asteroide silíceo como Dimorphos tiene aproximadamente el mismo comportamiento que los más comunes que son carbonáceos, como Bennu o Ryugu, “es decir, con muy poca resistencia”.
Salvar a la Tierra
Así que ya se sabría con que se está tratando si en el futuro fuese necesario desviar uno de estos asteroides para salvar la Tierra.
Un avance importante porque estos objetos “tienen un comportamiento que desafía nuestra intuición, debido a su entorno muy diferente al de la Tierra”, destaca el experto.
En 2029, el asteroide Apophis pasará cerca de la Tierra, a unos 32.000 kilómetros, lo que ofrece un “laboratorio natural” para el estudio de estos astros.
Se está preparando una misión para estudiar el comportamiento de Apophis durante su paso, sin necesidad de acercarse, ya que será visible desde el suelo terrestre.