La institución, situada en el barrio de El Bronx, abrió hoy a la prensa la exposición anual de orquídeas que celebra desde hace 21 años, esta vez inspirada en la conexión entre flores y moda, y en la que han colaborado tres firmas emergentes ‘sostenibles’: Collina Strada, Dauphinette y FLWR PSTL.
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La muestra, que estará disponible al público del 17 al 21 de abril, ofrece una programación complementaria con varias sesiones nocturnas en las que se mezcla música, cócteles y, más que nunca, moda; talleres sobre el cuidado de las orquídeas y actividades centradas en el aprendizaje a través de los cinco sentidos.
El enorme invernadero del Botánico, centenario e imponente en medio del manto de nieve impoluta que cubría los jardines, ya hacía anticipar con sus cristales empañados la bienvenida cálida y húmeda de la selva tropical recreada ahí dentro junto a otros hábitats, como el del desierto.
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La pasarela del “Orchid Show” empezaba nada más abrir la puerta: sobre un estanque circular se alzaban varios maniquíes con creaciones de Dauphinette, famosa por sus medallones de resina transparente con flores preservadas que “teje” formando prendas, en este caso un vestido.
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Después seguía un recorrido en el que las orquídeas eran las absolutas protagonistas: algunas abrazaban árboles, otras crecían al borde de una pequeña cascada de agua; unas eran grandes y monocolor, como las Cattleya, otras diminutas pero con motas visibles, como las Oberonia.
Según explicaron expertos del Botánico, hay unas 30.000 especies de orquídeas en todo el mundo -crecen en todos los continentes menos la Antártida, algunas en lugares específicos- y pertenecen a una de las familias florales más evolucionadas por su adaptación a los insectos que las polinizan, que en algunos casos son los únicos.
Esa evolución de las orquídeas sorprendió incluso a Charles Darwin, que estudiaba una flor de Madagascar particular, con el néctar al fondo de un tubo de unos 30 centímetros, y predijo que su polinizador sería un insecto de lengua muy larga: cuarenta años después se descubrió al susodicho, la polilla esfinge de Wallace.
Cuatro mil orquídeas marcan tendencia en el Jardín Botánico de Nueva York, de la naturaleza al mundo humano
Este museo vivo de las plantas alberga multitud de curiosidades: por ejemplo, la orquídea de vainilla, que es la segunda especia más cara en el mundo después del azafrán, hoy debe ser polinizada a mano para que produzca semillas; hoy no tenía flores, que solo le duran un día.
Había otras orquídeas con nombre propio y popular, como la “orquídea joya”, la “cazatesoros” o la apodada “zapatilla de dama”, que según explicó un experto, entró en la colección del Botánico tras ser rescatada del contrabando de flores por el Gobierno de EE.UU. y prestada para su estudio.
La exposición culmina en una sala presidida por varios personajes, como una reina que luce una capa de orquídeas “mariposa” en colores rosa y morado, o un hada con unas botas altas cubiertas de flores, obra de Kristen Alpagh, diseñadora de FLWR PSTL, que ha vestido a celebridades desde Katy Perry hasta Doja Cat.
“Primero soy artista, segundo florista, y diseñadora de moda“, dice a EFE Alpagh, que señaló que quería “convertir en permanente algo tan temporal” como las flores, que obtiene del mercado en Los Angeles, y evitar todo lo posible generar desechos, por lo que las preservó con resina.
Y de este longevo evento, señaló una portavoz: “Somos horticultores comprometidos, educadores entusiastas y aventureros científicos que quieren ayudar a la naturaleza a florecer para que la humanidad pueda florecer. Es una oportunidad de que el público se sumerja en una bella experiencia botánica y aprenda la importancia de cuidar el medio ambiente”.