El estudio revela que la molécula en cuestión, la proteína TrkC, juega un papel importante en la "modulación de las memorias de la extinción del miedo" en la amígdala cerebral, es decir, en la respuesta neuronal necesaria para superar un temor.
De hecho, la activación de la TrkC permite normalizar la respuesta al miedo en casos en los que dicha reacción se haya visto alterada.
Por ejemplo, la proteína facilita que una persona con miedo a los perros tras haber sido mordida por uno en el pasado pueda, tras estar varias veces expuesta a otros canes que no ataquen, crear una nueva memoria y generar una nueva respuesta al estímulo.
"La extinción del miedo no es simplemente olvidar el miedo, tiene que haber un aprendizaje activo", explicó a EFE la autora principal del trabajo, la portuguesa Mónica Santos, del Centro de Innovación en Biomedicina y Biotecnología de la UC.
La investigadora aseguró que se trata de un descubrimiento "muy importante", ya que abre la puerta a desarrollar terapias en las patologías que tienen el miedo alterado, como el trastorno de ansiedad o el de estrés postraumático.
La científica, que también trabaja en el Centro de Neurociencias y Biología Celular de la UC, matizó que ya se sabía de la existencia de esta proteína, pero no ha sido hasta la realización de este estudio, publicado recientemente en la revista 'Molecular Psychiatry' del grupo Nature, que lograron identificar su papel en este proceso.
Anteriormente ya había evidencias en humanos, así como en ratones que habían desarrollado un trastorno de pánico, de una asociación de la proteína TrkC con patologías de ansiedad, aunque era complejo acotar esta relación en personas, porque son enfermedades complejas que no dependen solamente de genes, sino también de factores ambientales.
Al analizar ratones sin patologías en un laboratorio, los científicos observaron claramente que se extinguía el miedo con la activación de esta molécula en la amígdala.
"Esto es la prueba de que no solo en condiciones patológicas, sino en situaciones fisiológicas esta molécula tiene un papel en modular el miedo y podemos usarla en situaciones donde esta respuesta está alterada para normalizar ese mismo miedo", aclaró Santos.
El siguiente paso será encontrar un medicamento que active dicha molécula, que aumenta la plasticidad neuronal, y que sea aplicado en tratamientos para humanos, pues, señaló Santos, los fármacos antidepresivos y ansiolíticos actuales no son 100 % eficaces.
El nuevo tratamiento farmacológico debe ir acompañado de las terapias de exposición que se usan actualmente para reeducar la respuesta al miedo, con la expectativa de convertirlas en "más eficaces en más personas".
El estudio ha sido financiado por la Fundación lusa Bial, y contó con la participación de investigadores de la Universidad de Coimbra y de la Universidad del País Vasco.