Los fósiles pertenecen a un dinosaurio ceratópsido, con casi todos los huesos del cuerpo completos, y a un estegosaurio, con un conjunto de huesos y marcas de piel bien conservados.
El estegosaurio mide unos 5 metros de largo y tiene fósiles de piel que cubren un área de unos 3 metros cuadrados, distribuidos alrededor de los huesos con líneas claras que forman escamas.
Se estima que los fósiles tienen más de 130 millones de años de antigüedad.
"Las partes duras, como los huesos y los dientes de los dinosaurios, se fosilizan con relativa facilidad, pero las partes blandas, como la piel y el músculo, se pudren fácilmente y es extremadamente difícil que se conviertan en fósiles", explicó Zhang Fucheng, profesor del Instituto de Geología y Paleontología de la Universidad de Linyi y líder del equipo de investigación.
Investigadores que participaron en el estudio suponen que la preservación completa de los fósiles del estegosaurio podría deberse a las frecuentes actividades volcánicas de la época.
Zhang indicó que el cuerpo del animal no fue alterado por microorganismos o pequeños animales tras morir, y atribuyó este hecho a que el cadáver quedó cubierto por una capa de ceniza que preservó sus restos.
Por su parte, el experto Guo Ying explicó que la piel escamosa "no solo protegía el cuerpo del estegosaurio", sino que también "retenía el agua en el cuerpo", lo que permitía a los dinosaurios "reducir su dependencia de las fuentes de agua" y "mejorar su capacidad de adaptación".