“Esos fenómenos resultan excepcionales a los habitantes de las grandes urbes que no están acostumbrados a ver el cielo, aunque el efecto de contaminación lumínica juega un papel importante”, admitió.
El catedrático de la Escuela Nacional de Antropología e Historia consideró que “para los citadinos los eclipses parecen eventos raros”, pero cada año ocurren de 2 a 5 cinco en el mundo y suceden cuando la Tierra, la Luna y el astro rey se alinean”.
De hecho, aseguró que el 8 de abril próximo se registrará un eclipse total de sol, “pero sólo será visible en el norte de México y Estados Unidos”, ya que ese tipo de fenómenos sólo se puede ver desde una estrecha franja de la Tierra.
El arqueo astrónomo polaco, quien hace unos días recibió de la Sociedad Interamericana de Astronomía en la Cultura un reconocimiento por sus 45 años de trayectoria que arroja importantes aportes a la astronomía en la cultura de México, manifestó que en la actualidad poca gente vive bajo las imágenes del cielo oscuro.
En México “había eclipses espectaculares cada cinco años y la gente no se daba cuenta de eso, ni de los fenómenos astronómicos parciales “cuando el 10, 15 20 ó 30 por ciento del disco solar queda cubierto por la Luna”.
Los eclipses en el Códice Dresde
Iwaniszewsk reveló que ha estudiado el Códice de Dresde, uno de los manuscritos que se salvaron después (DE) que muchos libros fueron quemados por los conquistadores, para entender cómo los mayas predecían los eclipses.
“El manuscrito demuestra que los habitantes de Mesoamérica predecían los fenómenos astronómicos y desarrollaron sus cálculos plasmados en la tabla de eclipses en el Códice de Dresde”, aseguró.
Por su parte, Jesús Galindo Trejo, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), confirmó que el Códice de Dresde contiene una serie de cuentas numéricas que dan cuenta de la observación, el estudio y la predicción de eclipses en un periodo que se extiende por aproximadamente 33 años.
“Esos eclipses son reales, sucedieron, pero curiosamente no todos se observaron desde la región maya”, indicó el autor del libro “Arqueoastronomía de América Antigua”.
En el Códice aparecen números y múltiplos “el 148 y el 174 que no significa nada para algunas personas, pero para los astrónomos está claro que es el número de días que transcurren para el registro de otros eclipses”, dijo.
Iwaniszewsk manifestó que cada vez hay más personas interesadas en la astronomía y sus diversas variantes, como arqueoastronomía, etnoastronomía, socioastronomía, astronomía cultural y astroturismo.
Y destacó que gracias al trabajo de los astrónomos “muchas comunidades mayas empezaron a valorar su herencia cultural en la que hay un conocimiento plasmado en calendarios y ciclos astronómicos”.
Los mayas actuales usan su conocimiento tradicional combinándolo con el occidental, “empiezan a desarrollar sus astronomías, basadas en una función utilitaria, ligadas al crecimiento de las plantas, la agricultura y la medicina”.