Los estudios, llevados a cabo por investigadores de las universidades de Múnich, Bristol y Oxford, y por la Real Sociedad Zoológica de Escocia, han basado sus conclusiones en el análisis genético y de restos arqueológicos, incluyendo muestras antiguas excavadas en 85 yacimientos arqueológicos de los últimos 8.500 años.
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Los investigadores han evaluado las pautas de hibridación tras la introducción de los gatos domésticos en Europa (procedentes del gato montés de Oriente Próximo, “Felis lybica”) , hace al menos 2.000 años, y su contacto con los gatos salvajes autóctonos europeos, “Felis silvestris”.
Los resultados de los estudios demuestran que desde su introducción, hace al menos 2.000 años, los gatos domésticos y los gatos monteses europeos evitaron el apareamiento y, aunque cohabitaron, el mestizaje fue muy limitado, de apenas un 10%.
Este aislamiento reproductivo se debe, según los científicos, a diferencias de comportamiento y ecológicas entre ambas especies.
Sin embargo, los investigadores han observado un aumento de la hibridación a partir de los años 60 del siglo pasado, que atribuyen a la falta de oportunidades de los gatos salvajes para aparearse entre ellos, debido a una disminución de sus poblaciones por la degradación del medio ambiente.
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"Los gatos monteses y los domésticos se han hibridado muy recientemente, y solo debido a las amenazas que se ciernen sobre los gatos salvajes, como la destrucción y pérdida de hábitat que están llevando a los gatos salvajes monteses al borde de la extinción en muchos lugares”, ha señalado Jo Howard-McCombe, investigador de la Universidad de Bristol y de la Real Sociedad Zoológica de Escocia, en un comunicado.
Por regiones, Escocia es la zona donde más hibridación entre gatos salvajes y domésticos hay, seguida de la Península Ibérica, donde casi un cuarto de las poblaciones de gatos monteses son fruto de la hibridación.
El gato montés es una especie amenaza en toda Europa, hasta el punto de que los científicos hablan de una “extinción silenciosa” de la especie, que atribuyen a la pérdida o fragmentación del hábitat, o a la falta de las presas de las que se alimentan.
En la última década, las secuencias genómicas de individuos modernos y antiguos han revelado que, a medida que los animales domésticos se desplazaban a nuevas regiones, se cruzaban con especies salvajes estrechamente emparentadas, lo que ha alterado drásticamente sus genomas.
Este patrón se ha observado en todos los animales domésticos, excepto en los perros.