La descripción de este trabajo, en el que se han examinado las tasas de mortalidad y fertilidad de 185 hembras de la comunidad Ngogo de chimpancés en el Parque Nacional de Kibale, se publica en la revista Science.
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Los signos de menopausia en estas chimpancés pueden ayudar a comprender la evolución de este rasgo en humanas, según los autores.
El trabajo demuestra que los humanos no son los únicos primates con una larga etapa de vida posfértil, confirman los investigadores.
La inmensa mayoría de mamíferos son fértiles hasta el final de sus vidas y son muy pocos los que sobreviven años después de haber perdido su capacidad reproductora.
La menopausia en cinco especies
Un estudio publicado en 2018 en Scientific Reports cifró en cinco las especies que pasan la menopausia: además de la humana, la ballena beluga, la narval, la piloto o calderón tropical y la orca.
En las mujeres este proceso suele producirse entre los 45 y 55 años y, entre otros, se caracteriza por un descenso natural de las hormonas reproductivas y un cese permanente de la función ovárica. Explicar cómo evolucionó la menopausia sigue siendo un reto.
El nuevo trabajo está liderado por Brian M. Wood, adscrito a la Universidad de California (Los Ángeles) y al Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, Alemania. Además, participan científicos de las universidades de Yale, Arizona o Nuevo México.
Para llegar a sus conclusiones, el equipo científico recogió datos en la comunidad de chimpancés entre 1995 y 2016.
A partir de observaciones demográficas y de comportamiento calculó una métrica denominada “representación posreproductiva (PrR)”, que es la proporción media de la vida adulta que transcurre en estado posreproductivo.
Mientras que la mayoría de los mamíferos, incluidas otras poblaciones de chimpancés, tienen una PrR cercana a cero, los autores constataron que las chimpancés de Ngogo tenían una PrR de 0,2, lo que significa que de media las hembras viven el 20 % de sus años adultos en estado posreproductivo.
La menopausia estudiada mediante 560 muestras de orina de 66 hembras
Los investigadores también midieron los niveles de hormonas en 560 muestras de orina de 66 hembras en diferentes estados reproductivos y edades, entre 14 y 67 años.
En concreto, examinaron el aumento de los niveles de la hormona foliculoestimulante y la luteinizante, así como la disminución de las hormonas esteroideas ováricas, incluidos los estrógenos y las progestinas.
Su fertilidad, al igual que en otras poblaciones de chimpancés y en humanas, disminuyó después de los 30 años, y no se observaron nacimientos después de los 50 años.
Los datos hormonales mostraron que las hembras de Ngogo experimentaban una transición menopáusica similar a la de las humanas, comenzando alrededor de los 50 años. ¿Qué explicación hay detrás?
La vida postreproductiva
Aunque en otros estudios a largo plazo de chimpancés salvajes no se han observado hasta ahora prolongaciones sustanciales de la vida posreproductiva, sí se ha visto en chimpancés y otros primates en cautividad, que reciben una buena nutrición y cuidados médicos, recuerda un comunicado de la Universidad de California.
Esto plantea la posibilidad de que la duración de la vida postreproductiva de las hembras de Ngogo sea una respuesta temporal a unas condiciones ecológicas inusualmente favorables, ya que la población disfruta de un suministro de alimentos estable y abundante y de bajos niveles de depredación.
Otra posibilidad es que la duración de la vida posreproductiva sea en realidad un rasgo evolucionado y típico de la especie en chimpancés pero que no se haya observado en otras poblaciones de chimpancés debido a los recientes impactos negativos de los humanos.
Hipótesis de la abuela
En cuanto a la “hipótesis de la abuela”, que sugiere que las hembras de más edad podrían evolucionar hasta vivir más allá de su edad reproductiva para ayudar a aumentar la fertilidad de sus hijas o la supervivencia de sus nietas, los investigadores argumentan que es improbable que esto se aplique a los chimpancés, cuyas hembras ancianas suelen vivir separadas de sus hijas.
“Los resultados demuestran que, en determinadas condiciones ecológicas, la menopausia y la supervivencia posfértil pueden surgir dentro de un sistema social muy distinto al nuestro y que no incluye el apoyo de las abuelas”, resume Wood.