Pero el neurooncólogo Fueyo no solo investiga el cáncer, también habla de él. Su último libro, “Cuando el mundo se detiene”, aborda la enfermedad desde todas sus aristas: el origen, las causas, los tratamientos, las desigualdades.
Es día laborable y son las 8:00 de la mañana en Houston. Fueyo, con una taza de café en la mano, habla con EFE por videoconferencia: “El libro pretende llenar silencios porque no se habla del cáncer. Sigue siendo un estigma”.
“Tenemos que dar dignidad a la palabra cáncer y evitar las metáforas que condicionan y culpan al paciente de no haber hecho lo suficiente para curarse” porque eso es lo que les decimos cuando hablamos de “ganar la guerra al cáncer” o llamamos “héroes” a los que lo han superado.
“Todo ese lenguaje multiplica el efecto de la enfermedad”, advierte.
Lea más: Un estudio preliminar muestra la eficacia de un "novedoso enfoque" para el glioblastoma
Y aunque “hubo una época en la que la única medicina que te daban era el diagnóstico, ya no es así: ahora cada vez hay más supervivientes y controlamos mejor un mayor número de tumores”, subraya el investigador.
Sin ir más lejos, en los años 70, en Estados Unidos, había tres millones de supervivientes al año. Para 2040 se espera que sean 30 millones.
“El cáncer es una enfermedad muy compleja -dice-. Actúa como un político corrupto, empieza en un órgano, se extiende al resto del cuerpo y su finalidad es acabar con el individuo, y esto es algo que no vemos en los virus. Los virus infectan al paciente pero lo mantienen vivo. El cáncer no. El cáncer agota los recursos del cuerpo y fallece con el paciente”.
Cada vez controlamos más tumores, pero ¿qué los provoca?
- El 40% de los tumores se podrían prevenir evitando el tabaco y el alcohol.
- Con una dieta equilibrada conjugada con ejercicio.
- Protegiendo la piel del sol.
“Son pautas sencillas que puede hacer todo el mundo y sin embargo no las hacemos”, lamentó el especialista.
Pero hay otros factores que en los próximos años provocarán un “tsunami” de casos como ha pronosticado la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mayoría relacionados con el cambio climático: “la subida de las temperaturas es cada vez mayor y cada vez hay más personas expuestas al sol y más casos de cáncer de piel. En lugares como Australia ya lo estamos viendo”.
“La capa de ozono es otro factor. Hay estudios que han demostrado que las truchas de los ríos que están debajo del agujero de la capa de ozono están desarrollando cáncer de piel”, y la polución es otro factor. En Inglaterra ya se ha certificado la muerte de una niña por polución, y eso es un hito histórico y un factor que no podemos obviar”, avisa.
Además, la contaminación del agua por residuos tóxicos y microplásticos también pasará factura. “En conjunto, la crisis climática elevará los casos en tres tipos de tumor: piel, gastrointestinal y pulmón”.
Cada vez controlamos más tumores gracias a la ciencia
Para Fueyo esto refleja nuestro nivel de fracaso como sociedad. “No nos estamos esforzando lo suficiente para prevenir el cáncer ¿por qué, si no, seguimos vendiendo tabaco?, ¿por qué no está prohibido?, ¿por qué no se gravan las bebidas azucaradas?, ¿por qué no se hacen campañas para prevenir la obesidad? Queda mucho margen de mejora”.
Gran parte de ese margen está en la ciencia y la investigación que nos han llevado a una tasa de supervivencia del cáncer “como no habíamos visto”, gracias a dos revoluciones: la medicina de precisión y la inmunoterapia.
La primera busca dianas moleculares en los tumores y después usa un fármaco que se dirige específicamente contra el gen causante del cáncer, una terapia que ha tenido “efectos increíbles” en tumores líquidos como las leucemias.
La segunda es “la inmunoterapia de Jim Allison, el jefe del Departamento de Inmunología de mi hospital que ganó el Premio Nobel en 2018 por desarrollar esta terapia que consigue que los linfocitos del organismo destruyan las células del cáncer y que ha supuesto una revolución extraordinaria”.
Lamentablemente solo hay un 20% de pacientes sensibles a la inmunoterapia y por eso los científicos siguen trabajando en ideas para llegar al 100% de los pacientes. Una de ellas es la que Fueyo y su mujer estudian en su laboratorio.
El impacto de los virus
“Infectamos los tumores con un virus, y conseguimos una reacción inmune muy grande contra la infección que en una parte de los pacientes hace que sea el propio sistema inmunitario el que destruya al tumor”. Es la viroterapia, que ya se usa en Japón, Canadá y Estados Unidos contra algunos tumores cerebrales.
“Y en la Universidad de Navarra (norte de España), Marta Alonso acaba de publicar los resultados de un ensayo clínico en niños con tumores cerebrales a los que ha tratado con el virus que hemos desarrollado en nuestro laboratorio” y que ahora está intentando pasar en fase II, destaca Fueyo.
Para este científico acabar con la cirugía en el cáncer es una prioridad. “Tener que extirpar las mamas de las pacientes con cáncer para poder curarlo es una barbaridad. ¿Haríamos esto si los hombres tuviéramos cáncer de mama? -se pregunta-. Parte de este libro es una protesta contra la agresividad de algunos tratamientos y de los métodos que usamos para curar a las mujeres”, reconoce.
Y es que Fueyo lo tiene claro: ser mujer es una desventaja, también en cáncer. “Pero si además eres pobre, soltera y negra, tu pronóstico será peor que si fueras blanca, casada y rica”. De hecho, el cáncer más difícil es el triple negativo, que es el más frecuente en pacientes negras, “y hay una conspiración que dice que es el más agresivo porque es el menos estudiado”.
Pero las desigualdades van más allá: el precio de los fármacos te lleva a la bancarrota si vives en Estados Unidos y no tienes un seguro, pero en España sucede algo parecido: “no es lo mismo tener cáncer en un pueblo de Asturias (norte de España) que en Madrid o Barcelona (noreste)” porque no tienen los mismo medios, lamenta.
“Este es el objetivo del libro ‘Cuando el mundo se detiene’: Hablar del cáncer, criticar lo que se está haciendo mal y apostar por la investigación que es lo que acabará con esta enfermedad”, concluye.