El profesor Necmi Karul muestra a un hombre de piedra, sentado, agarrando su pene con dos manos y un buitre a sus pies, un descubrimiento único que corona quince años de excavaciones arqueológicas.
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A fuerza de remover la arena amarilla y voltear las piedras calizas de Karahantepe, el profesor Karul, director del departamento de prehistoria de la Universidad de Estambul, se encontró con esta estatua volcada y rota en tres pedazos, cuyos atributos varoniles encontró en medio del pedregal.
Karahantepe, una zona excavada desde 2019, pertenece a la red de yacimientos neolíticos identificados alrededor de la colina de Göbekli Tepe, considerada la “capital” de este conjunto, una especie de Meca visible desde todos los demás asentamientos estudiados por el proyecto Tas Tepe (las Colinas de Piedra).
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Para el profesor Karul, que coordina el trabajo de Tas Tepe, estos poblamientos dan testimonio de un “nuevo orden social nacido después de la Edad de Hielo”.
El hombre de piedra yacía en una de las primeras construcciones rectangulares de las que probablemente era un pilar que sostenía el techo de madera.
“Ya habíamos encontrado otros similares, pero esta es la primera vez que encontramos su falo”, dice el arqueólogo que aún espera encontrar una nariz.
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Las primeras fotos de la estatua publicadas por el ministerio de Cultura llevaron a la prensa turca a sospechar “censura” por parte de las autoridades, que no quisieron mostrar el sexo.
La función del lugar donde se encontró el hombre de piedra sigue siendo desconocida, al igual que la de la arena principal y las razones de su abandono.
Hay una sala más grande, de 20 m de diámetro, rodeada de salas más pequeñas, que parecen constituir una especie de ágora, un lugar de reunión al que se accedía por un pasaje reducido, sostenido por un bosque de pilares en forma de falo coronados por una cabeza de hombre tallada en la roca y figuras de animales, como zorros, serpientes y leopardos.
“Los que entraron aquí conocían los símbolos, les contaron una historia. Luego comenzaron a colocar al hombre en el centro de su mundo”, señala el profesor que no encontró figuras femeninas.
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Estas asambleas de unas 200 personas sin duda correspondían a una forma de “ritual animista o chamánico, algo nuevo para la humanidad”, asegura, pero “es demasiado pronto para hablar de religión” en esta época.
El otro gran descubrimiento fue, la misma semana en Göbekli Tepe, un jabalí policromado de 1,20 m de largo y 70 cm de alto.
Con sus ojos y dientes rojos, el cuerpo negro y blanco, este cerdo salvaje de 11.000 años de antigüedad es “la primera escultura colorida de este período descubierta hasta la fecha”.
Estos descubrimientos sugieren otras sorpresas futuras porque estos yacimientos fueron ocupados unos 1.500 años antes de ser abandonados.
De los veinte sitios del proyecto Tas Tepe, que se extiende a lo largo de 120 km, cerca de la frontera con Siria, los arqueólogos turcos y sus colegas alemanes, italianos, búlgaros y japoneses han comenzado a excavar nueve de ellos.
“Trabajo para los próximos 150 años”, dice el profesor Karul.