Frank Rubio, de 47 años, aterrizó en la cápsula de descenso rusa procedente de la Estación Espacial Internacional (EEI) a las 11:17 GMT en la estepa kazaja, al sureste de la localidad de Zhezkazgan, junto a los cosmonautas Serguéi Prokópiev y Dmitri Petelin.
Tras salir el segundo de la Soyuz, el astronauta de la NASA, con el pulgar hacía arriba y en todo momento sonriente, dijo que "es bueno estar en casa", es decir de vuelta en la Tierra.
Un hito para la NASA
El pasado día 19, en su última comunicación desde la EEI, el astronauta de la NASA declaró que la jornada de hoy marca un "hito único en los vuelos espaciales estadounidenses".
Rubio, el primer astronauta de origen salvadoreño en haber viajado al espacio y el décimo segundo hispano en total en hacerlo, volvió a la Tierra tras haber estado en la EEI con cuatro diferentes tripulaciones y con dos récords en su haber.
Es el astronauta de la NASA con más días continuos en el espacio tras superar el pasado 11 de septiembre a Mark Vande Hei, con 355 jornadas seguidas en la EEI.
Además, Rubio, nacido en Los Ángeles pero cuya madre, Myrna Argueta vive aún en El Salvador, es el primer hispano en lograr tanto esta marca como la de días acumulados en el espacio, y eso habiendo solo completado su primera misión a bordo de la plataforma espacial. Un hispano orgulloso de su comunidad
“Es un gran honor representar a los hispanos. El mensaje para la juventud es que adelante con el trabajo, el estudio, que cualquier cosa se puede. Es importante que nuestra comunidad siga adelante y siga mejorando nuestro país. Creo que los latinos van a ser una gran parte de América en el futuro”, subrayó en sus últimas declaraciones desde el espacio el pasado día 19.
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El astronauta hispano reconoció que, de haber sabido antes de comenzar su entrenamiento para esta misión que estaría más de un año en la EEI, “probablemente hubiera rechazado” la oferta de la NASA, principalmente porque se ha perdido importantes eventos familiares durante el año que pasó en el espacio.
Rubio agradeció el apoyo a su esposa, Deborah, y a sus cuatro hijos adolescentes, pues su "resiliencia y fortaleza" le han ayudado a superar toda esta misión, para la que se había preparado durante cinco años.
En total, la misión del astronauta, que considera Miami su hogar y que fue seleccionado por la NASA en 2017, ha abarcado 253,3 millones de kilómetros y 5.963 vueltas a la Tierra.
Rubio logró sus récords no porque su misión iba a durar más de un año, sino porque estuvo varado durante más de seis meses en la EEI.
Un récord gracias o a pesar de una avería
El astronauta estadounidense de origen hispano fue lanzado el 21 de septiembre de 2022 a bordo de la Soyuz MS-22 y debía regresar inicialmente en marzo de 2023.
Pero a mediados de diciembre del año pasado la agencia espacial rusa, Roscosmos, detectó una avería en el sistema de refrigeración en el casco exterior de la nave debido al impacto de un micrometeroide.
Esto hizo demasiado arriesgado el regreso de Rubio, Prokópiev y Petelin a bordo de esta nave rusa, la cual regresó el pasado 28 de marzo sin tripulación al cosmódromo ruso de Baikonur.
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Roscosmos envió el 24 de febrero a la EEI una nave de reemplazo sin tripulantes, la Soyuz MS-23, a fin de recoger al astronauta de la NASA y a los dos cosmonautas y devolverlos finalmente hoy a la Tierra.
Rubio admitió la semana pasada que fue duro cuando “se hizo real” la decisión de que permanecería un año en la plataforma orbital internacional.
En este sentido también comentó que el “factor psicológico” fue más agotador de lo que pensaba en la EEI, pero le ayudó tener un excelente equipo alrededor suyo, mantenerse ocupado y a la vez tener tiempo para relajarse y, sobre todo, permanecer en contacto con sus seres queridos en casa.
A Rubio le tomará entre dos a seis meses en Tierra recuperarse plenamente de su misión, según dijo él mismo.
Una vez llegado a su casa californiana desde Houston, a donde le trasladará un avión de la NASA procedente de Kazajistán, solo quiere "abrazar" a su esposa y a sus hijos por un tiempo.
Y “disfrutar de los árboles y del silencio” en su jardín, ya que en la EEI hay un constante ruido de máquinas, confesó.