La potencia y los efectos destructores de un huracán o tifón son medidos bajo la escala Saffir-Simpson, que los clasifica en 5 categorías en función de la intensidad del viento y los potenciales daños.
En la categoría 1, el viento, que tiene una velocidad de entre 119 y 153 km/h, presenta un riesgo menor para las construcciones, la vegetación y el tendido eléctrico.
En la categoría 2, con ráfagas de entre 154 a 177 km/h, existe riesgo de destrucción en edificios y de permanecer sin luz algunos días.
A partir de la categoría 3, se considera el fenómeno como « gran huracán » y puede ocasionar daños estructurales en edificios e inundaciones. Los vientos de un huracán categoría 4 tienen una velocidad de entre 209 a 251 km/h y los daños pueden ser catastróficos.
La población es evacuada de la región costera, las zonas residenciales pueden resultar inhabitables durante semanas.
Los huracanes de categoría 5 son los más potentes, con vientos de al menos 252 km/h. Provocan importantes daños en la infraestructura “y la vegetación”. Se recomienda la evacuación de hasta 16 km de la costa.