La investigación apunta que esta bacteria fundamental para medir el cambio climático está ampliamente distribuida en Europa, desde Portugal hasta Finlandia, pasando por el Reino Unido, Alemania o Suiza, y que los nidos de las aves actúan como reservorio a través de la avispilla Nasonia vitripennis.
Se trata de una bacteria que elimina el 90 % de la progenie masculina de su hospedador y puede usarse para entender las relaciones entre las bacterias y sus hospedadores insectos, además de ser usadas como medidores de los efectos de la crisis climática en insectos.
La presencia de esta bacteria en las hembras hace que los embriones de los futuros machos sean inviables, provocando que prácticamente toda la descendencia sean hembras, lo que favorece a la vez la transmisión de esta bacteria.
El estudio internacional, que lidera la Universidad de Liverpool, revela que esta bacteria se distribuye ampliamente por toda Europa.
"Esta avispilla llegó a Europa hace varios siglos desde Norteamérica a través del tráfico marítimo. Ahora sabemos que algunos de los individuos que llegaron a Europa tuvieron que estar infectados", apunta el investigador del departamento de Zoología de la Universidad de Granada (sur de España) que colaboró en el estudio, Jorge Garrido.
En la actualidad, este tipo de bacterias se estudian por su potencial uso como herramientas de control de insectos que pueden contagiar enfermedades como el dengue, la malaria o la fiebre occidental del Nilo.
También pueden usarse para estudiar los efectos del cambio climático, ya que muchas de estas bacterias son sensibles a la temperatura.