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El mercurio es una neurotoxina que daña la salud humana incluso en dosis muy pequeñas.
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Zhencheng Xing y Ruirong Chang, de la Universidad de Nanjing, rastrearon con su equipo este elemento a través de rutas comerciales internacionales desde los sitios de contaminación hasta la exposición en el medio ambiente, y dieron cuenta de los impactos resultantes en la salud humana.
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Los autores vincularon un inventario de emisiones de mercurio, un modelo global multirregional de entrada y salida, un modelo acoplado de atmósfera-tierra-océano-ecosistema y un modelo de exposición-riesgo-valoración para investigar el ciclo biogeoquímico global del mercurio.
El mundo emite alrededor de 1.800 megagramos de mercurio al año. La mayoría de estas emisiones globales están vinculadas a la fundición y el prensado de metales no ferrosos, en particular durante la extracción de oro artesanal y en pequeña escala.
El comercio mundial y las personas expuestas
El mercurio utilizado en estos procesos puede lavarse río abajo y transportarse por el aire, contaminando el suelo, los ríos y partes del océano.
Luego, las personas quedan expuestas al comer mariscos, pescado de agua dulce o arroz, a veces a muchos miles de kilómetros de distancia de la fuente del mercurio.
Muchos países desarrollados, incluidos los Estados Unidos y Japón, pueden clasificarse como subcontratistas de mercurio porque los países desarrollados son los consumidores finales de oro, equipos eléctricos, maquinaria y otros productos cuya producción produce contaminación por mercurio, pero esos países no están expuestos.
Según los autores, las estrategias para hacer frente a la exposición al mercurio deben incluir tanto controles del lado de la producción como medidas del lado de la demanda, incluidos impuestos al consumo para influir en el comportamiento del consumidor.