La foca monje del Mediterráneo es una de las especies de mamíferos marinos más amenazadas del mundo, víctima de la utilización masiva de su hábitat por el hombre y del agotamiento de las poblaciones de peces.
Quedan unos pocos centenares de esta especie otrora abundante, principalmente en Grecia y Turquía, así como en las costas de Cabo Blanco, en Mauritania.
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Gracias a los esfuerzos desplegados en los últimos años para crear zonas marinas protegidas, el número de individuos aumenta lentamente.
El animal con pelaje oscuro en la espalda y blanco en el vientre está clasificado como “en peligro de extinción” en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), después de haber sido considerado en “peligro crítico” de extinción hasta el 2015.
Foca monje en cuevas
En Albania, “los científicos detectaron un puñado de especímenes gracias a un trabajo meticuloso de localización de las cuevas y calas salvajes donde se esconden para parir”, explica a la AFP Nexhip Hisolakoj, experto en biodiversidad de las áreas protegidas de Vlora, en el suroeste del país balcánico.
Los científicos buscan al “monachus monachus” desde hace sólo cinco años. Para ello colocaron cámaras en cuevas del litoral adriático y jónico.
A bordo del “Foka” (“foca” en albanés) Hisolakoj ingresa a finales de marzo en una cueva medio sumergida.
“Para poder capturar imágenes correctas, las cámaras deben estar orientadas hacia las playas interiores de las cavidades”, explica a la AFP al mismo tiempo que coloca una tarjeta de memoria en su computadora y sonríe.
El aparato capturó en enero la presencia de dos focas monje, probablemente una hembra y su cría, imágenes que se añaden a las de otras dos focas, obtenidas por los expertos en 2020, así como a las imágenes de turistas lo suficientemente afortunados como para verlas.
Foca monje y su cambio de comportamiento biológico
Los investigadores trabajan en el Parque Nacional Marino creado en 2010 alrededor de la península de Karaburun y la isla de Sazan, un santuario donde la pesca industrial y comercial está prohibida al igual que el paso de grandes barcos.
En la memoria colectiva, las focas eran numerosas en Albania. Imposible conocer el número exacto porque durante mucho tiempo no fueron objeto de ningún censo. Aún menos durante la dictadura comunista, entre 1944 y 1991, durante la cual esta región de la riviera albanesa fue declarada territorio militar y prohibida a todos.
Pero las poblaciones de focas monje fueron víctimas, como en otros lugares, de la caza, la sobrepesca, la contaminación, las enfermedades, el cambio climático -que empobrece las poblaciones de peces-, el tráfico marítimo y el turismo.
“Todas estas amenazas obligaron a este mamífero a cambiar totalmente su comportamiento biológico”, explica a la AFP Aleksandër Trajce, de la ONG para la Protección y Conservación del Medio Ambiente Natural en Albania (PPNEA).
“Antes jugaban en las playas, ahora se refugian en cuevas marinas”, lamenta.
Se alimenta de peces
La vigilancia de las poblaciones es crucial para la protección de uno de los últimos grandes depredadores clave del Mediterráneo.
“Un animal emblemático” del ecosistema mediterráneo, según los investigadores franceses Jordi Salmona y Philippe Gaubert, del Instituto de Investigación para el Desarrollo en el laboratorio de evolución y diversidad biológica de la universidad de Toulouse.
“Las focas se alimentan principalmente de peces, calamares y crustáceos. Menos pescado significa menos posibilidades para ellas”, indica a la AFP el capitán Baci Dyrmishaj, pescador desde hace más de 25 años en Vlora.
En una sociedad llena de supersticiones, los pescadores locales inventaron otra para proteger a la foca, dándole la condición de augurio.
“La foca trae suerte a quienes la ven”, afirma Dyrmishaj. Pero “molestarla o cazarla trae mala suerte”, añade.