Cuando el 8 de diciembre se cumplen dos años desde que la británica Margaret Keenan se convirtiera en la primera persona en ser vacunada contra la covid, el Museo de la Ciencia echa una mirada a la carrera por hallar el preparado que lograría doblegar a la pandemia.
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Por eso, aunque la enfermedad esté lejos de haber desaparecido -como se ve estos días en China-, organizar la muestra “Inyectando esperanza” es algo “oportuno” para el comisario adjunto de Ciencia contemporánea del museo, Henry Roberts.
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“Pensamos que era un buen momento para empezar a mostrar los objetos que hemos recopilado, que la gente puede reconocer y ver en el contexto de la historia”, señaló a EFE Roberts.
Junto a aparatos de última generación, necesarios para experimentar pero también para manufacturar, el Museo de la Ciencia se detiene en artículos tan triviales como la taza de té que la irlandesa Tessa Lambe, cocreadora del preparado de Oxford-AstraZeneca, usó durante el confinamiento mientras investigaba posibles vacunas.
O las mallas estampadas que la microbióloga de Oxford Elisa Granato llevaba al convertirse en la primera voluntaria en recibir un ensayo de esa universidad.
O la infantil camiseta navideña que la propia Keenan llevaba el día de su vacunación.
Contra la pandemia, un esfuerzo universal
La exposición tiende inevitablemente a dirigir la vista hacia la vacuna de Oxford, presentada por el Gobierno conservador de Boris Johnson (2019-2022) como una muestra del poderío científico británico e incluso como un éxito propiciado por el Brexit (la salida del Reino Unido de la Unión Europea).
Sin embargo, la carrera fue un éxito global, que no habría sido posible sin la colaboración internacional entre científicos de diferentes países, como reconoce Roberts.
“Hay objetos de Europa y de todo el mundo (...) Cosas como mascarillas y guantes, que por si mismas pueden no parecer tan importantes pero que puestas en una vitrina la gente pensará: ‘Fui parte de un momento histórico’”, añade.
Para que las vacunas anticovid llegasen, eso sí, muchos pioneros tuvieron que poner antes las bases para un descubrimiento que revolucionó la lucha contra las enfermedades infecciosas.
Como testimonio de ese pasado, unas pequeñas lancetas usadas por el doctor Edward Jenner a finales del siglo XVIII recuerdan que las primeras vacunas surgieron de inocular a un niño con el pus de las ampollas que tenía en las manos una infectada por la viruela bovina, versión menos dañina de la temida viruela.
De ahí precisamente viene el término “vacunación”, procedente de la raíz latina “vacca”, que significa “vaca”.
Una vacuna contra todas las enfermedades
Más de un centenar de piezas componen una exposición realizada en colaboración con el Consejo Nacional de Museos de Ciencia, de la India, y el Centro de Ciencia de Cantón, en China.
Entre esos objetos destaca una sorprendente representación tridimensional del coronavirus creada por la artista escocesa Angela Pamer, que hizo gracias a la ayuda de especialistas bioinformáticos.
Paso a paso, desde las primeras noticias en los medios acerca de una misteriosa enfermedad en China hasta la vacunación global, pasando por el descubrimiento del código genético del virus.
También los esfuerzos por hallar una vacuna y su producción masiva, “Inyectando esperanza” aborda de una forma didáctica y atractiva la lucha contra la covid.
Vacuna universal
Para el final queda el gran reto: descubrir una vacuna universal que consiga derrotar a la mayoría de enfermedades.
Ese es uno de los objetivos de la llamada Misión de los 100 días, que trata de encontrar un prototipo de vacuna para que en ese plazo se pueda desarrollar un preparado específico para cualquier nueva pandemia que pueda surgir, como explica Roberts.
Y confía en que exposiciones como ésta puedan servir también para convencer con argumentos a todos aquellos que todavía desconfían de la efectividad de las vacunas.