A pesar del caos que está provocando L1527, solo tiene unos 100.000 años, un cuerpo relativamente joven, informa la Agencia Espacial Europea (ESA) en un comunicado.
Dada su edad y su brillo en luz infrarroja lejana, L1527 se considera una protoestrella de clase 0, la etapa más temprana de la formación estelar.
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A este tipo de protoestrellas, que todavía están envueltas en una oscura nube de polvo y gas, les queda un largo camino por recorrer antes de convertirse en estrellas de pleno derecho.
L1527 aún no genera su propia energía mediante la fusión nuclear del hidrógeno, una característica esencial de las estrellas; su forma, aunque mayoritariamente esférica, es también inestable.
Una estrella se forma a los ojos del Webb
A medida que una protoestrella sigue acumulando masa, su núcleo se comprime gradualmente y se acerca a la fusión nuclear estable.
La escena que se muestra en esta nueva imagen del Webb revela que L1527 está haciendo precisamente eso.
La nube molecular que la rodea está formada por polvo y gas densos que son atraídos hacia el centro, donde reside la protoestrella. A medida que el material cae, se mueve en espiral alrededor del centro.
Esto crea un denso disco de material, conocido como disco de acreción, que alimenta de material a la protoestrella. A medida que gane más masa y se comprima más, la temperatura de su núcleo aumentará, alcanzando finalmente el umbral para que comience la fusión nuclear.
Estrella con nubes ardientes
El disco, que se ve en la imagen como una banda oscura delante del centro brillante, tiene un tamaño similar al de nuestro sistema solar.
Estas nubes ardientes dentro de la región de formación estelar de Tauro solo son visibles en luz infrarroja, lo que las convierte en un objetivo ideal para Webb, según la ESA.
“En definitiva, esta vista de L1527 proporciona una ventana a cómo eran nuestro Sol y nuestro sistema solar en su infancia”.